San Jorge, patrón de Cataluña y de los libros

Cada 23 de abril, desde temprana hora, las principales calles de las poblaciones más importantes de Cataluña se están viendo invadidas de libros y rosas para la venta. Entre mayor es la localidad, más libros y rosas se exhiben, de manera que en las ciudades capitales de sus cuatro provincias (Barcelona, Girona, Tarragona y Lleida) la presencia es en verdad impresionante, como también lo es el movimiento económico que se genera.

Asimismo, por doquier se llevan a cabo presentaciones de libros cuyos editores se esforzaron para disponer de ellos oportunamente; lógico es suponer que son muchas las novedades, pero también se acompañan con reediciones de los más exitosos.

Es una verdadera fiesta del libro a la que vale la pena asistir.

Desde que el franquismo agonizaba se empezó a generar el hábito de que las mujeres les obsequiaran un libro a sus hombres más cercanos y éstos retribuían una rosa.

Fue al principio, y lo sigue siendo en buena medida, una reivindicación de la tan golpeada cultura catalana, a la que procuró aniquilar por completo el régimen de Franco.

Como se puede constatar hoy día, su fracaso fue total gracias a la perseverancia de los catalanes y, también, a la colaboración que encontraron en países como el nuestro.

Con el tiempo, tal fiesta del libro, que no es casual que se lleve a cabo precisamente el día del santo del longevo presidente Pujol, quien, después de la muerte de Franco, gobernó Cataluña durante más de dos décadas, fue agarrando fuerza hasta llegar al generalizado interés de que goza hoy.

Pero nosotros, los jaliscienses, también pusimos un granito de arena a partir de la 17.ª Feria del Libro de Guadalajara, que tuvo en 2004 a la cultura catalana como invitada de honor. Sus autoridades se empeñaron con éxito para que su participación en ella se pudiera considerar entre las mejores.

Después de aquella espléndida edición de la FIL se comenzó a celebrar entre nosotros, año con año el día de San Jorge, en la llamada desde entonces Rambla Cataluña. Una verdadera fiesta del libro que no ha tenido interrupción.

Simbólicamente, en el ingreso a dicha calle, se halla una reproducción exacta de una estatua de San Jorge, de la autoría del famoso Josep Llimona, misma que nos donó el gobierno de Barcelona y se inauguró precisamente en ocasión de la FIL de 2004, con el desagrado, por cierto, del presidente municipal que entonces padecía Guadalajara, quien es hijo de españoles.

Cada año tiene más asistentes la fiesta que consiste básicamente en ofrecer libros a bajo costo y en homenajear a un escritor mediante la lectura “de relevos” de un libro suyo. Este año será José Agustín y la obra Ciudades desiertas. Vale la pena asistir.

Pero ya no es Guadalajara la única ciudad que celebra a los libros. En la UNAM ya se llevó a cabo durante el fin de semana pasado una vendimia bautizada, haciendo gala de su laicismo, como la fiesta “del libro y de la rosa” y en fechas parecidas sucede lo mismo en otras partes. De hecho la dicha celebración tiende a generalizarse en muchos sitios del mundo.

In memoriam Raúl Padilla.

jm@pgc-sa.mx

jl/I

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