Retroalimentación legislativa (I)

¿Alguna vez se ha preguntado por qué hay situaciones que se mantienen más o menos estables, y otras que terminan por descontrolarse? Hace varias décadas, tratando de dar respuesta a ese tipo de preguntas, apareció la cibernética, y se creó un término que ahora es muy popular: la retroalimentación.

¿Qué quiere decir eso? Que si tomamos una parte de la información que se produce en algún proceso, y la utilizamos para incidir en él, le provocaremos cambios, y esos cambios dependerán del sentido que lleve esa información: a favor de lo que está ocurriendo (retroalimentación positiva) o en contra (retroalimentación negativa).

Por ejemplo, una marca de zapatos prueba un nuevo diseño; si tiene éxito, y se vende, seguirá produciéndolo, por la retroalimentación positiva que hará el mercado de zapatos; si, por el contrario, no se vende, o se vende poco, los dueños de la marca considerarán esa información como una retroalimentación negativa, y harán cambios en el diseño, o decidirán probar con otro.

Como vemos, la retroalimentación funciona para mantener bajo control los procesos, dependiendo de lo que se quiere lograr. Usualmente, lo que se busca es mantener ciertas situaciones bajo control, y para eso se utiliza principalmente la retroalimentación negativa, dado que ayuda a evitar que las cosas sigan avanzando por el rumbo que llevan, haciendo correcciones.

Pero, como lo sabe cualquier persona que haya conducido una bicicleta, auto o cualquier otro vehículo, lo mejor es hacer poco a poco los ajustes en la dirección, porque los cambios bruscos suelen ser muy peligrosos.

Precisamente, en muchos países, como el nuestro, los tres poderes de gobierno se separaron, y se hicieron autónomos, con el fin de evitar los cambios bruscos en el rumbo de la nación, que suelen ocurrir cuando las decisiones de gobierno dependen de una sola persona.

En particular, los órganos legislativos, necesitan retroalimentar al Poder Ejecutivo, para que desempeñe su función de una manera más o menos estable, y de esa manera proteger al pueblo al que representan. Por eso, es necesario que revisen con cuidad las iniciativas de ley que el Ejecutivo manda, para que no contengan errores, y no vayan a ser fuente de problemas. Y el Poder Judicial debe revisar que tanto el Ejecutivo como el Legislativo cumplan con la Constitución y las leyes, y corregirlos cuando no lo hagan.

Desafortunadamente, cuando el partido del Ejecutivo tiene la mayoría en el Poder Legislativo, suele ocurrir que los representantes populares se vuelven perezosos, y en vez de hacer su trabajo de retroalimentación, dejan que todo camine como se le antoje al Ejecutivo, y en esa circunstancia, todo empieza a salirse de control, y se cae en los abusos de poder típicos del autoritarismo.

Por eso, aunque parezca contradictorio, es mejor que el partido del presidente o del gobernador no tenga la mayoría en su respectivo Congreso, porque eso obliga a que todo el sistema político trabaje de manera más cuidadosa, y brinde mejores resultados. Piense en esto al decidir su voto en las próximas elecciones.

protagoras_xxi@yahoo.com.mx

X: @albayardo

jl/I

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