En la zona norte de Jalisco, particularmente en la Sierra Wixárika, los niños y adolescentes están a merced del crimen organizado que se apoderó de las comunidades.

En algunas ocasiones se llevan a los menores por la fuerza a trabajar con ellos, pero en otras, ellos los ven como su única opción, manifestó Mario Gerardo Cervantes, integrante de la División de Estudios Políticos del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la UdeG.

“Para algunos es una opción, para algunos no es ni su opción b, es su opción y dicen sabes que yo conozco a alguien que anda metido en la maña, que así le llaman ellos, y yo me voy a ir a ver si me dan chance, a ver si puedo entrar y van con toda la esperanza de estar, y los que no llegan, los agarran y se los llevan a la fuerza a tenerlos ahí trabajando sobreexplotados y con el riesgo de perder la vida”.

Aunque el reclutamiento se da en distintas regiones de Jalisco, en la zona norte, explica Mario Gerardo Cervantes, el crimen organizado tiene retenes, usan armas y por la fuerza se llevan a los niños, les ofrecen dinero y la familia se queda con la esperanza de que su hijo mande dinero, pero nunca lo vuelven a ver.

Mencionó que los infantes son utilizados como halcones, sicarios, para transportar drogas, en la siembra de amapola, en fin, en cualquier sitio donde la organización los requiera.  

El académico refirió que en Jalisco no hay posibilidades de que haya políticas públicas pensadas en los jóvenes, donde se resuelva de raíz el problema del narcotráfico porque en ciertas zonas la autoridad son los criminales, quienes están por encima de los presidentes municipales.  

EH 

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