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El ruido mediático y los debates

El desarrollo de las campañas electorales arrastra niveles muy diferentes, dependiendo del ámbito electoral que se esté analizando; sin embargo, la presidencial tiene ya una enorme longevidad que opaca las demás campañas. Por otra parte, en el tema de los debates, la abundancia de éstos respecto de posiciones diversas, las de los gobiernos estatales, en los estados en los que habrá elecciones, las presidencias municipales, las senadurías y diputaciones, federales y locales, constituyen un verdadero galimatías para muchos ciudadanos que han estado viendo la evolución de los procesos con una enorme carga informativa y semiótica que hace difícil diferenciar los espacios de elección, lo que representa cada uno de ellos y las personas que encabezan las diferentes líneas.

En las últimas semanas, en los medios tradicionales ha habido una profusa cantidad de encuestas que muestran los retratos de la percepción ciudadana respecto de las simpatías para cada candidatura. Las diferencias entre cada una de ellas son considerables, y el ambiente, más que despejado, constituye un verdadero reto de paciencia y seguimiento para la ciudadanía que se encuentra merced a esta avalancha de información. Las plataformas digitales incrementan la presencia con diferentes comentarios de usuarios que expresan sus opiniones sobre el proceso, es decir, no hay más información, sino una amplia gama de opiniones que no abonan al conocimiento, sino a los comentarios.

El segundo debate presidencial se generó en este contexto. La larga trayectoria que llevan las dos candidatas en este proceso denota una utilización de argumentos y recursos que ya han tenido una amplia circulación en los espacios de promoción. Hasta antes del inicio formal de las campañas no podían hacer referencias entre ellas y a partir de este momento, hay una mayor presencia de comentarios dirigidos entre las dos candidaturas más importantes. El afianzamiento de la ventaja o el acercamiento a la puntera forman parte del entramado del segundo debate. Se trata, con el pretexto de presentar plataformas de acción política, establecer un escenario en el que se exponga la mejor capacidad de desplegar temas, y a través de la controversia mostrar las mejores habilidades de superponerse, argumentativa o hábilmente, como eje ganador de la controversia.

No hay claridad de qué efecto produce el desarrollo del debate, aunque, ciertamente, los medios fuerzan la perspectiva de un ganador o ganadora. En términos de las personas especializadas en el análisis de este ejercicio, hay opiniones diferentes. En lo referente a la ciudadanía en general, habrá muchos argumentos de los que no tienen los antecedentes, y la rivalidad que se muestra ahí no tendrá muchas diferencias respecto de un programa convencional de los que siguen. Lo que está en juego es el proyecto de gobierno que se mantendrá en todos los niveles de la administración pública los próximos tres o seis años, dependiendo del puesto de representación.

El afianzamiento de la democracia ha evolucionado en muchos aspectos y un muy profundo y considerable examen en este proceso ha sido la exploración de la fortaleza del diseño institucional del país que, hasta este momento, ha pasado el examen en un muy erosionado y polarizado contexto.

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