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La inventora

Finge hasta que lo consigas. Falla mejor. Muévete rápido y rompe cosas. Ésos son los principales mantras de Silicon Valley, el centro de innovación tecnológica que más rápido ha crecido en la historia de la humanidad.

El ecosistema de Silicon Valley puede explicarse por una cultura muy particular de innovadores. ¿Cómo describir a esa figura? Una extraña mezcla de introversión y rebeldía, un arquetipo de nerd que rompe las reglas para darle rienda suelta a su genialidad.

Una característica muy común entre ellos es abandonar la universidad. Bill Gates, Steve Jobs y Mark Zuckerberg son algunos ejemplos de los más conocidos, pero también están en la lista otros multimillonarios de la tecnología como el fundador de Oracle, el de Dell y el de Uber.

No es difícil advertir que hay poca diversidad de género y racial. Por eso, las esperanzas se encendieron rápido ante el avance de una ambiciosa joven de 19 años que dejó sus estudios en Stanford para fundar su empresa. Elizabeth Holmes reunió millones de dólares en 2004 y creó Theranos con la promesa de evolucionar los análisis clínicos de sangre.

Elizabeth desarrolló una máquina del tamaño de un multifuncional capaz de realizar cientos de análisis de laboratorio con sólo unas gotas de sangre. La muestra se extraía del paciente con un pinchazo en el dedo y reemplazaría la necesidad de sacar tubos directamente de las venas.

La emprendedora fue reuniendo cada vez más dinero, convenció a viejos lobos de mar para que invirtieran en su compañía, abrió un laboratorio y se dedicó a dar entrevistas. En 2014, Forbes la nombró la mujer más joven del mundo en hacerse multimillonaria. Los medios y los inversionistas creían que sería la nueva Steve Jobs.

En realidad, la máquina de Holmes nunca funcionó. Su fraude de poco más de una década es uno de los más sofisticados en la historia reciente de la tecnociencia.

Todo en ella, además, resultó ser falso. La ropa negra que siempre usaba era una deliberada obsesión de copiar a Jobs. Ocultó una relación amorosa con uno de los ejecutivos clave en su compañía. Cambió su timbre de voz haciéndolo más grave para que la tomaran más en serio.

Dos especiales televisivos, uno de HBO llamado The inventor y otro producido por ABC con el título de The dropout, exponen el entretejido de farsas detrás de Theranos y muestran cómo el optimismo compulsivo de Silicon Valley puede llegar demasiado lejos.

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JJ/I