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Reflexiones sobre migración

La migración ha estado en los diferentes medios de comunicación desde hace buen tiempo. Hemos visto la muerte de niños, mujeres y jóvenes, tanto en el mar como en el desierto, o el rostro de dolor y desesperación cuando son deportados. Sin duda, son imágenes conmovedoras que nos presentan en primer plano a uno de los principales protagonistas de este fenómeno social nacional e internacional: los migrantes.

Para algunas personas puede que la migración sea algo ajeno a su vida; para otras personas, los migrantes son una amenaza a nuestros recursos, a nuestra sociedad. Los sentimientos de racismo y discriminación persisten aún en el siglo 21, globalizado cuando se eliminan las barreras para el comercio, las transacciones financieras, pero no para la movilidad de las personas.

Surgen preguntas como: ¿por qué emigran? ¿Por qué arriesgar la vida? ¿Por qué exponer a los hijos a tantos peligros? Tal vez podríamos decir: ¿por qué tienen que arriesgar la vida? ¿Por qué se enfrentan a tantos peligros? ¿Por qué no se respetan los derechos de migrantes en los países de origen, tránsito y destino? ¿Por qué no se respetan los convenios internacionales?

Me dirán que son muchos ¿por qué? Les diré que es para invitarlos a pensar diferente, ver a los migrantes como un semejante que tiene derecho de decidir quedarse en su país, derecho a buscar otros sueños, de defender su vida, la de su familia y no verse forzado a emigrar porque vive en un país de violencia, sin derechos y en algunos casos en persecución o amenazado de muerte.

 

Chivos expiatorios

El sistema económico que prevalece en las últimas décadas nos ha llevado a generar más desigualdad entre países ricos y países pobres; aun dentro de estos países existen grandes brechas entre los que más tienen y los que menos recursos adquieren, no sólo económicos, sino también de oportunidades, de beneficios sociales; de ahí que algunos gobernantes presentan a los migrantes como los chivos expiatorios de los problemas que enfrentan las sociedades, particularmente de países ricos, industrializados, estableciendo políticas cada vez más restrictivas hacia la migración y con discursos xenófobos, alimentando lo que se ha llamado la industria de la migración, toda una estructura física y humana que se ha nutrido de la migración gracias a estas políticas antiinmigrantes; en pocas palabras, lucran con la necesidad de las personas para realizar esta movilidad.

En este andar, los migrantes no son los únicos protagonistas, están los coyotes, polleros y pateros a quienes los que migran les pagan para que los lleven de su lugar de origen y los conduzcan a su destino; son los traficantes de personas que les engañan, esclavizan y/o prostituyen, particularmente a mujeres, niños y niñas.

Tenemos también a los contratistas, que en contubernio con personajes delictivos avalan estas prácticas de explotación, en ocasiones ante la omisión o la opacidad de gobiernos, aunque estos gobiernos estén muy activos para detener y deportar la migración que consideran no deseada: personas que provienen de países pobres, en violencia o con Estados fallidos.

En esta columna queremos compartir reflexiones sobre los diversos protagonistas de la migración y las diferentes acciones que emprenden en un fenómeno social que trasciende las fronteras y los tiempos.

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JJ/I