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El triunfo de la injusticia

En 2016 Noam Chomsky estrenó su documental Réquiem por el sueño americano (disponible en Netflix). Con una impecable maestría el intelectual se da la tarea de explicar la disparidad económica del país más poderoso de la orbe confirmando la premisa de la extinción del sueño americano.

Durante el filme Noam responde a un decálogo, titulado “los 10 principios de la acumulación de poder y riqueza”. Con la claridad que lo caracteriza Chomsky emula un juego de Jenga (juego de mesa que consiste en sacar fichas rectangulares de una torre, cada ficha que se saca se coloca en la superficie haciendo la torre cada vez más alta y más frágil, el jugador que la derrumbe pierde el juego). Cada intervención evidencia la fragilidad de las barras y las estrellas.

Sin embargo, el objetivo no es construir una reseña del documental sino quitarle una ficha más a esta “torre”, misma que en su ambición por crecer debilita su estructura social. Me explico, los economistas Emmanuel Sáez y Gabriel Zucman, de la Universidad de Berkley (California), publicarán un estudio comparativo de las cifras fiscales desde 1950, titulado El triunfo de la injusticia.

La conclusión es contundente y alarmante, por primera vez en la historia de Estados Unidos, las 400 familias más ricas pagaron menos impuestos en 2018 que la considerada clase trabajadora y la clase baja (62 millones de hogares). Los primeros en mención tributaron 23 por ciento a los gobiernos locales, estatales y al federal, mientras que el grosso de la población tributó un 24.4 por ciento.

En el análisis de las causas el documento pone especial énfasis en la aprobación del plan fiscal del presidente Donald Trump, aprobado en 2017 (el jugador más ambicioso del Jenga), el cual beneficia a los más ricos y a las grandes corporaciones frente al resto. En medio de la contienda electoral, el triunfo de la injusticia respalda lo dicho por los precandidatos demócratas Elizabeth Warren y Bernie Sanders quienes han manifestado su intención por un reordenamiento fiscal para que los más privilegiados asuman mayor carga.

Con lo anterior en mente retomemos el documental de Noam Chomsky quien afirma que lo delicado de la desigualdad va más allá del plano económico, los efectos se sufren en el plano psicológico de las masas. Los Estados Unidos poco a poco  han engendrado generaciones sin esperanza, sin ambición, sin sueño americano. Puesto de otro modo, la piedra angular del desarrollo no es un sistema económico, sino un gran ideal llamado sueño americano: la capacidad de conseguir la movilidad social a partir del trabajo.

En una perspectiva nacional los estadounidenses tienen mucho que analizar previo a 2020. No obstante, tenemos que ampliar el enfoque y asumir una lección y una consigna. Primero, debilitar el tejido social lleva a una nación a una crisis económica y de identidad; segundo el ascenso de China es inminente, mientras uno se debilita el otro se fortalece.

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JJ/I