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Los López amparándose
Porque nos la quitaron
El anillo comprado por el escritor de origen irlandés Oscar Wilde (1854-1900), el cual fue robado en 2002 del Magdalen College, en Oxford, y el cual formaba parte de la colección de objetos de alumnos famosos, fue recuperado por Arthur Brand y regresará a la ciudad inglesa el 4 de diciembre; se calcula que su valor podría alcanzar los 200 mil euros.
Wilde regaló la sortija, junto con otro amigo, a un tercer estudiante en 1876. La sortija tiene una inscripción en griego que dice: “Regalo de amor, para el que desea amor”, y las iniciales por dentro son OF OF WW (Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde) + RRH (Reginald Harding) to WWW (William Ward), llamado por sus amigos bouncer (bravucón), informó el periódico El País.
Aunque el ladrón fue un antiguo miembro del servicio de limpieza de la universidad británica que declaró a la policía haber vendido la joya a un chatarrero quien fundió el anillo, Arthur Brand, El Detective del Arte –apodado así en Holanda por haber localizado cuadros de Dalí, Picasso y Tamara de Lempicka, entre otros–, comentó al diario español que las personas suelen dar este tipo de explicaciones para no delatar a otros, y no necesariamente son verdad.
La pieza de oro de 18 quilates en forma de cinturón con su hebilla se encontraba en un gabinete de recuerdos del Magdalen College cuando, en estado de ebriedad, Eamonn Andrews buscada pruebas de la supuesta infidelidad de su esposa y pese a no encontrarlas, halló la sortija y se la llevó para venderla por 150 libras (175 euros).
“Leí en la prensa lo de Eamonn Andrews, pero todo fue silencio hasta que, en 2015, siete ladrones veteranos perpetraron el mayor asalto con botín de joyas de la historia del Reino Unido. Entraron en una cámara acorazada en Hatton Garden, el distrito londinense de los diamantes, y saquearon piezas valoradas en 20 millones de euros”, relató Brand.
El investigador holandés determinó que entre estas piezas debía estar el anillo, el cual, sospecha, ha pasado por varias manos antes de ser adquirido por su último dueño –quien lo obtuvo de buena fe y accedió a devolverlo para no meterse en líos–, y fue entonces que le llegó la noticia de un aro victoriano con una inscripción en el mercado por lo cual, con ayuda de sus contactos británicos con lazos en el mercado del arte y el mundo de las apuestas, llegó al comprador final recuperando la preciada sortija.
jl/i