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Luis David salva la tarde

(El matador hidrocálido Luis David Adame. Foto: Especial)

Corrida extraña, con poco triunfo pero, eso sí, con aires de mucha torería. Astados de la ganadería de Campo Hermoso, cumplidores en presentación, pero faltos de emotividad, fondo de bravura y, sobre todo calidad.

La corrida se retrasó por 5 minutos, esto debido a una especie de protesta por parte de los subalternos, quienes por conflictos sindicales de la Unión a la que pertenecen, decidieron no salir a partir plaza, dejando la lida en manos tanto de los matadores como de –en principio– de dos subalternos, mientras que, conforme transcurrió la corrida, se fueron incorporando, violando así el reglamento municipal, que evidencia que, en cada festejo en plaza de primera, debe haber, por lo menos, dos banderilleros por matador.

La tarde se salvó gracias al cierra plaza, toro correspondiente al hidrocálido Luis David Adame; un ejemplar con fondo de bravura, fijo y que regateó en repetidas ocasiones las embestidas, pero la técnica, oficio y sitio de Luis David, exprimieron al astado a más no poder, para fincarle así una faena de mérito, poder técnica, sacándole muletazos que fuerte le fueron jaleados.

Un arropón de fea manera se llevó Luis David. Pese a esto, sin aparentes consecuencias de cornada, el de Aguascalientes se vino arriba, echándose al público a la bolsa para cerrar su labor de manoletinas ajustadas, que le valieron el merecido cierre de faena. Pese a que pinchó en su primer intento, logró al segundo sepultar la espada, lo que le valió, merecidamente, la única oreja de la tarde.

Por su parte Sergio Flores llegó a esta plaza para demostrar de lo que está hecho. En plan grande, el de Tlaxcala lidió con el mejor toro de la tarde, su primero; un astado de bravura calificada, al que Flores le fincó tandas de muy buena factura. Conectando con el tendido, valiente y con poder de sobra, Sergio se impuso tanto en su primero como en su segundo enemigo, derrochando poder y sitio, pero sobre todo, cayendo de pie ante una afición que supo entender la labor de este joven pujante en la baraja taurina nacional. Una oreja se le escapó de las manos con el primero de su lote tras fallar con la espada, pero salió, eso sí, entre nutridas ovaciones con sus dos salidas al tercio.

Para quien no hubo suerte fue para Octavio García “El Payo”. Pechó con lo peor del encierro, y pese a que la voluntad y valor estuvieron por encima de las condiciones de sus toros, poco le sirvió para caer de pie ante la afición tapatía. Se fue entre división de opiniones y palmas esporádicas.