INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Historias del aislamiento

Irreal. Ésta es la palabra que más he repetido esta semana. Todo lo que ha pasado en estos últimos día parece lejano, apocalíptico, pero a la vez, cercano e inminente. Es una sensación que arroba por completo mi alma, si es que el alma existe; es ese nudo que se me hace en la boca del estómago, que recorre mi garganta y se aparece en forma de gotitas saladas en los ojos, para luego salir y desaparecer. 

La sensación es, en definitiva, extraña. Es una incertidumbre mezclada con miedo. Temor a morir, sí. Pero pavor a que quienes amo fallezcan en este proceso o que quienes me aman deban verme morir. Y esta sensación existe. Tanto como todo lo que estamos viviendo. Tanto como la emergencia mundial. Tanto como las historias que les comparto de gente que está transitando por su propia realidad. 

M es una mujer joven. Tiene una bebé de poco más de un año. Ha atravesado por varios y complicados padecimientos que, en medio de esta vorágine, tienen comprometido su sistema inmune, a la par de que debe continuar con sus tratamientos. Su esposo es médico de un hospital público. Pero no sólo es médico: es infectólogo. Él debe estar listo para atender la crisis que se avecina, pero debe cuidar de quienes ama de la mejor manera que puede: alejándose de su esposa y de su hija. Hace días que no duermen en la misma cama. Hace días que no se abrazan. Hace días que una aplicación es la única forma en la que pueden verse a los ojos, apenas unos instantes. Su hija es quien ilumina sus días, aunque su papá, ese médico que ve al huracán acercarse a pasos agigantados, por ahora sólo disfruta de ella desde lejos, por medio de videos. Ella, con una calma que sólo tienen quienes han pasado por momentos devastadores, pone una imagen en nuestras mentes: es una de esas mujeres que, como en las películas, se despide de aquel ser amado que se va a la guerra… 

La mamá de G acaba de fallecer. Él tiene una condición hereditaria de hipertensión arterial y encontró en las actividades al aire libre una forma de mantener su salud física y emocional. Esta semana no ha podido salir. Es población vulnerable. Está trabajando desde casa. Vive solo. Y hay días en que su ansiedad no lo deja en paz. Quisiera poder ir a abrazarlo y decirle que todo pasará y estaremos bien… 

A LR la pandemia en el mundo lo encontró de viaje. Su esposa, su hija –una nena de alrededor de 3 años– y él viajaron a los Emiratos Árabes y a la India. Regresaron a México hace poco. Él mismo cuenta la fortuna que fue no tener problema con las conexiones de sus vuelos, pero se lamenta de todas las personas varadas, sin poder llegar a su destino. Ya en México, él y su familia se pusieron en aislamiento voluntario. Él es médico y, con ánimos, ha compartido sus días de encierro mediante sus redes sociales. Recalca que este padecimiento existe, que no valen ahora las teorías de la conspiración, que sí, hay que temerle, pero también que es el momento de poder hacer algo, de tomar acciones, de hacer sinergia y de, entre todos, hacerle frente. En uno de sus videos, reconoce su miedo a morir. Los ojos se le llenan tantito de agua. Quiere salir, quiere que esta cuarentena acabe para poder hacer más de lo que ha hecho hasta ahora, pues con un enorme poder de convocatoria ha logrado conseguir impresoras 3D para, llegado el momento, fabricar mascarillas y ayudar a pacientes y personal de salud que ya ven la tormenta acercarse… 

Ambos pasan los 60 años. Ella es enfermera y él, médico. Ambos trabajan en el sector público. Son esposos desde hace 38 años. Tienen cuatro hermosas hijas y tres nietos. Nosotros, su familia, estamos preocupados por ellos. No sabemos cuándo nos podremos ver y abrazar. Cuando volveremos a hacer reuniones familiares en la casa de mi agüe. Cuando, con esa confianza de años, probar del plato del otro y comer lo que todos cocinamos, y decirnos que nos queremos mucho con un beso en la mejilla… 

Es real. 

Twitter: @perlavelasco 

jl/I