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'El viernes, fue el 2 de octubre jalisciense'

(Foto: Jorge Alberto Mendoza)

“El miedo ya no lo quitaron hace mucho, por eso estamos aquí”, fue la consigna y carta de presentación de Estefanía, una de las manifestantes que formó parte de un contingente de entre 200 y 300 personas que exigió ayer justicia para Giovanni López, para los detenidos y privados de la libertad del 5 de junio y para todos los desaparecidos de Jalisco. 

Estefanía cree que el viernes “fue un 2 de octubre jalisciense”, pues hubo violencia, intimidaciones y desapariciones forzadas, y todo fue perpetrado por policías vestidos de civiles. 

Cuenta que ese día ella “la libró”, pues alcanzó a correr luego de que le dieran “10 segundos”. Ese tiempo fue suficiente para evitar formar parte del grupo de 60 jóvenes que fueron levantados la tarde del viernes. 

“El gobernador sigue echándole culpas a todo mundo, menos haciéndose responsable de lo que él es, es gobernador”, recrimina la joven, quien añade que el mandatario es responsable de no controlar a su policía y de permitir que esté infiltrada. No puede escudarse, recalca. 

Junto con decenas de jóvenes, Estefanía partió ayer a las 18 horas en caravana del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) hasta Casa Jalisco.  

Entre los participantes crearon estrategias de seguridad por si la Policía aparecía en su faceta represiva o por si llegaban infiltrados a alborotar. Además, escribieron sus nombres con marcador en sus brazos para ser identificados rápidamente y se organizaron en pequeños grupos para cuidarse entre ellos. 

Las acciones dieron resultado, pues no hubo un solo herido ni violencia. Lograron identificar a al menos un infiltrado y, entre todos, hicieron que abandonara al grupo. Todo fue pacífico. 

Por hora y media avanzaron entre un clima nublado y con señales de lluvia. Una brisa alertó a los manifestantes, pero luego los motivó más. “Ni la lluvia nos detiene”, gritaron. 

Por fin llegaron a Casa Jalisco, residencia oficial del gobernador. Ahí fueron recibidos por un inmueble cercado y mujeres policías. Como si estuvieran escondidos, en el callejón para ingresar al helipuerto un grupo de agentes hombres vestido de civil grabó en ratos y en otros habló por teléfono.  

Después vino un minuto de silencio, completo silencio, en memoria de Giovanni y todos los asesinatos diarios que ocurren en Jalisco. Luego los manifestantes lanzaron consignas, dieron testimonios, aplaudieron, brincaron, gritaron, hasta que cayó la noche y comenzaron a dispersarse. 

“¿Estarían dispuestos a entablar diálogo si sale alguien del gobierno?”, cuestionó una reportera a uno de ellos. “Claro, a eso venimos, pero no van a salir”, respondió uno de los manifestantes. 

jl