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Cuidados, resistencia y creatividad

A nada de terminar junio, en pleno verano y debemos mantener los cuidados indispensables de sana distancia y de no exponernos innecesariamente a los riesgos que pudieran llevarnos a contraer el Covid-19. Aunque el objetivo sea mantenernos sanos, es muy difícil resistir esta carrera por demasiado tiempo y más si no tenemos la certidumbre de cuándo alcanzaremos el objetivo. Terminaba abril y se nos invitó a mantener las restricciones y cuidados, pasó mayo, y junio está por concluir, y esos 15 días se convirtieron sólo en una referencia para retomar ánimos y caer en la cuenta de que se trataba de una maratón, en que no tenemos muy claro cuándo llegaremos a la meta. 

Al inicio de la pandemia, entre la incertidumbre y el temor, nos vimos obligados a respetar las medidas sanitarias. Nos fuimos habituando a los cuidados y a resguardarnos en casa, pero fuimos relajando las medidas y criterios sobre qué actividades son esenciales. Ya acostumbrados a una rutina de trabajo en casa, nuestra condición de resistencia fue llevando a que muchas personas relajaran las medidas de cuidado sanitario y el resultado, tanto en los países europeos como en América Latina y México, ha sido la aparición de nuevos rebrotes, de focos de contagio, cuando apenas la vamos librando. 

Sobre las dificultades para mantener el equilibrio entre cuidar nuestra salud y trabajar para obtener un mínimo de ingresos que nos permitan sobrevivir, la necesidad ha establecido la prioridad. La mayoría de las familias mexicanas no cuenta con un trabajo estable o una nómina segura como para mantener constante su ingreso familiar y solventar los gastos que son obligados. Más allá de los cuidados personales y de los esfuerzos por reactivar la economía familiar, el papel de los gobiernos frente a la crisis sanitaria y sus múltiples efectos se torna urgente. 

En diversas latitudes, los gobiernos han tenido que subsidiar a muchas pequeñas y medianas empresas para que sobrevivan. Han desarrollado programas de subsidio temporal para jóvenes, trabajadores eventuales y adultos mayores, con el objetivo de que no se agrave su condición de vulnerabilidad y eso los exponga a caer en condiciones deplorables de vida, incluida la salud. Los ciudadanos han inventado múltiples formas de distribuir productos, alimentos y ofrecer sus servicios para sobrevivir. 

La manera como cada gobierno ha afrontado las condiciones de la crisis sanitaria, las afectaciones al aparato productivo y sus relaciones comerciales con otros países han provocado debates con las fuerzas de oposición, pero también han generado condiciones para que grupos disidentes o contrarios a quienes gobiernan expliciten tanto sus desacuerdos como sus propuestas. Esta situación podemos verla con claridad en España y Francia, en donde además pasan por una coyuntura electoral importante. 

En México, los aciertos y desaciertos en el manejo de la información y la gestión de la pandemia empiezan a cobrar factura al gobierno de la República. Luego de haber convertido a López-Gatell en un cuasi héroe nacional, distintos grupos empezaron a cuestionar la información de la que parte el subsecretario de Salud, para proponer medidas de sanidad o ampliar el confinamiento. Las movilizaciones contra López Obrador han escalado hasta configurar grupos de oposición que marchan para exigir la renuncia del presidente. Si el ejercicio de gobierno de por sí genera desgaste en situaciones normales, los errores que ha cometido el equipo de gobierno han llevado a un descenso de 68 a 60 por ciento en la popularidad del presidente. 

Sin duda, el proyecto de nación necesita liderazgos claros y fuertes. Pero también necesita ciudadanos que, sin dejar de ser críticos, estén dispuestos a construir el país en el que quieren vivir y trabajar. 

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