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Se acerca más la cita con las urnas

Las campañas electorales siguen avanzando y la cita con las urnas, también. Cada vez nos acercamos más al 6 de junio y se puede observar que los partidos están fundamentados en sus bases asiduas que han experimentado breves cambios respecto de la elección de 2018. Se trata de una elección concurrente de gran tamaño, que requiere fundamentalmente que los ciudadanos distingan con claridad los ejes en los que sustentan las plataformas de los partidos; que encuentren coincidencia entre lo que señala el partido y la calidad de los candidatos que los partidos postulan; la delimitación geográfica si se trata de una diputación federal o local; distinguir entre la oferta de candidatos y partidos respecto de las renovaciones o reelecciones de presidentes municipales. 

La intensidad de los espacios de propaganda, a diferencia de otras campañas, no ha invadido de manera masiva las bardas o los anuncios espectaculares que aparecían súbitamente, y que poco tiempo posterior a la elección quedaban como reliquias inservibles, como mudos testigos de la intensidad de las campañas. 

Las bases de los partidos constituyen un porcentaje de arranque para el diagnóstico de resultados; sin embargo, el tránsito de tres años de gobierno de las diferentes ofertas en el país, partidos tradicionales y las ofertas emergentes han mostrado la capacidad de gestión que la ciudadanía, no solamente ha tenido ocasión de observar, sino de vivir con una buena o inadecuada gestión administrativa que básicamente ha tenido, más que en otras épocas, la urgencia del afianzamiento de sus políticas electorales en detrimento de una gestión pública con una perspectiva de bienestar y desarrollo. 

Un elemento no planificado planetariamente fue la aparición de la pandemia, que ha puesto a prueba en el orbe internacional las capacidades de los Estados en una proyección de sus economías en situaciones límite. La reacción de cada país se vive con regularidad o precariedades, de acuerdo con el peso de las decisiones que se han tomado. La gestión de ambiente internacional en tiempos de pandemia ha puesto a prueba decisiones de salud pública que tradicionalmente no están correlacionadas, como sucede en la actualidad. La caída de la economía mexicana ha tenido momentos críticos, y el relanzamiento de actividades productivas, comerciales e industriales se ha tenido que poner en marcha con protocolos aún no comprendidos. Así pues, la economía en nuestro país es un elemento claro en el horizonte del votante. 

Las políticas de salud han constituido un complejo galimatías para discernir por parte de la ciudadanía. Quizá un momento trascendente para la población lo constituya el plan de vacunación que permitiría proyectar, en un espectro de menor riesgo, la reapertura social y económica del país. Sin embargo, las discrepancias entre modelos centrales y regionales enturbian la forma de comprender el sentido y la lógica de la aplicación de las políticas. Nuevamente, los votantes son testigos participantes en este proceso. 

La gestión de la seguridad contra la violencia ha presentado muy magros resultados en todo el país. Las intensidades son diferentes en algunas regiones, pero los niveles de violencia constituyen un elemento que genera una percepción de inseguridad de alrededor del 66 por ciento, de acuerdo con datos del Inegi. 

La intensidad proselitista incrementará sus decibeles ante las audiencias en medios tradicionales y las nuevas plataformas tecnológicas; sin embargo, el nodo del problema no está en la mayor o mejor adaptación tecnológica, sino en el contenido de las plataformas que ofrezcan elementos comprensibles para la ciudadanía que vive cotidianamente el efecto del establecimiento de políticas federales, estatales y municipales, y que trata de encontrar un sentido comprensible en su proyección hacia un futuro. La importancia se inclina, pues, más hacia propuestas coherentes y racionales que los votantes puedan comprender. 

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