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Los López amparándose
Porque nos la quitaron
Mentir es evadir la realidad, es una cobardía. Cuando se vuelve una habitualidad o se miente de manera compulsiva se convierte en una enfermedad que requiere tratamiento psicológico para combatir lo que los profesionales llaman una pseudología fantástica o mitomanía.
Cuando probarle al mentiroso su mentira y refutarle con facilidad y pruebas los argumentos con los que defiende su falsedad, es el momento de una atención psiquiátrica o incluso el internamiento por fallas en el sistema nervioso central, ya que es causa de serios problemas sociales y familiares. Otra manera de probar que la mentira ha llegado a una psicosis es cuando el mentiroso admite, enojado, molesto o de mala gana, que lo que cuenta es una mentira después de largas sesiones de pruebas y argumentos, sintiéndose además ofendido por haber sido descubierto.
Un adulto mentiroso perturbado en su personalidad enseña a un menor a mentir sistemáticamente, dañando su credibilidad a muy corta edad, provocando una terrible adicción que lo llevará a ser un adulto con ausencia de confianza. Un mentiroso tiende a ser infiel, desleal, con problemas laborales y familiares.
El síndrome de Ganser es una enfermedad psicológica que se presenta en mentirosos que, al responder a preguntas para descubrir su mentira, responden de manera sin sentido, sin precisión, evadiendo y fugándose o argumentando amnesia o bien disculpándose por no entender la pregunta.
El mentiroso intenta engañar para justificar su falta de responsabilidad ante cualquier acto que le requiera esfuerzo o disciplina. El que miente no tiene respeto por sus seres queridos, compañeros o autoridades. El mentiroso cree que los demás son estúpidos y los puede engañar, lo que genera molestia y desánimo para la convivencia o la colaboración. Las investigaciones muestran que a menor capacidad intelectual o responsabilidad, mayor es la frecuencia e intensidad para mentir.
Los padres que detectan en sus hijos a un mentiroso compulsivo deben tomar con gran seriedad el problema, ya que puede convertirse en un trastorno de la personalidad y debe atenderse mediante tratamiento psicológico. No existen las mentiras piadosas ni las justificaciones válidas basadas en mentiras. Enseñar a mentir a un menor con el ejemplo de los padres o de los adultos es una falta grave a la formación humana.
Padres mentirosos generan hijos mentirosos. La manera de enseñar a no mentir es con el ejemplo. Ser honesto y veraz no significa necesariamente ser frontal, transparente o sin filtros. Si mentir es una cobardía, ser responsable de los propios actos es parte de ser valiente. Un adulto con credibilidad, confiable y honorable es alguien sumamente valioso en la familia, en la empresa y en la sociedad, por lo que debe ser una de las primeras tareas que un padre y una madre deben fijarse en la buena crianza. La confianza está basada en la repetición de actos verdaderos y certeros que demuestran el alto índice de capacidad y responsabilidad de la persona. No tolerar la mentira en la escuela, la familia y la sociedad es una labor vital.
jl/I