Pone el broche de oro

Llegó a su fin el serial de reactivación en la Plaza de Toros Nuevo Progreso de Guadalajara. Tarde de contrastes la que se vivió ayer en el coso de la Monumental, aunque habrá que decirlo, de triunfo y de un grato sabor de boca tras la actuación del hidrocálido Leo Valadez, quien acabó cayendo de pie ante una afición completamente entregada a su toreo.  

Encierro desigual en juego fue el que presentó la ganadería de Begoña, del que se esperaba mucho más, pero que al final, destacó uno, el tercero de la lidia ordinaria, que mereció el arrastre lento; bravo, con acometida y recorrido, trajo las orejas prendidas con alfileres, y que de no haber sido porque Leo erró en su primer intento con la espada, el triunfo pudo haber sido mucho más grande.  

No obstante, el hidrocálido dejó clara la madurez, el oficio y los recursos que, incluso en plena pandemia pudo enriquecer. Valadez estuvo en plan grande, de figura. Variado en su toreo, inspirado y con paso firme en faena bien estructurada, logró despertar emociones en la afición tapatía. Consiguió una oreja con su primero tras una faena de mucho mérito y calidad; templada y con hondura, que tras sepultar el acero le mereció el primer trofeo de la tarde.  

Con su segundo, el hidrocálido estuvo en el mismo tenor, haciendo quites a la Limón con su homólogo, Luis David Adame y compartiendo el segundo tercio con sus dos alternantes. Una oreja cosechó tras faena de poder y estocada en toda la yema.  

Por su parte Luis David Adame no tuvo la tarde que se esperaba. Se mostró muy por encima de los dos de su lote, el último de ellos, un toro rajado que barbeó las tablas desde su salida. Imposible el triunfo para el de Aguascalientes, que tuvo complicaciones para despachar a su primer enemigo.  

Por su parte Arturo Saldívar lidió con lo peor del encierro. Si bien su primero tuvo bravura y consiguió esporádicos detalles que se le aplaudieron, poco pudo hacer sin lograr conectar con los tendidos. 

jl/I