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El lado correcto de la historia

Hay quien testifique mi seguridad en que Marcelo Ebrard no dejaría Morena. Hubiera sido vergonzante, además, que lo hubiera hecho para pasarse a Movimiento Ciudadano (MC): la agrupación política que en Jalisco creció gracias al descalabro del Partido Acción Nacional (PAN), a resultas, entre muchas cosas, de la famosa “mentada de madre” que el último de sus gobernadores, con la presencia aprobatoria del cardenal Juan Sandoval Íñiguez, lanzó públicamente a todos los que no estaban a favor de su gobierno…

El caso es que ahora MC, que en realidad más que “mover” ha paralizado el desarrollo de Jalisco, tiene el problema de que la derecha nacional reclama sus cartitas a costillas del partido que ahora gobierna a Jalisco.

Lo curioso es que el senador Clemente Castañeda, al que tenía en mucho mejor concepto, acaba de considerar que él está en el “lado correcto de la historia”. Una dogmática expresión abiertamente fascista y por completo antidemocrática que esgrimieron hasta el hartazgo Hitler, Mussolini y no pocos líderes ultraderechistas de nuestra América.

Es un aserto que los mexicanos contrarrestamos con una frase proferida desde 1866 por un tal Benito Juárez, del que seguramente Castañeda ha oído hablar, aunque seguramente tan solo de lejos: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.

El dogmatismo que implica hablar del “lado malo de la historia” como lo hizo Castañeda representa una maniquea concepción del mundo, dividido éste de buenos y malos y, claro, los primeros son los propios y los segundos son los contrarios.

La sociedad es mucho más compleja que esta definición que tiene mucho de escolástica medieval.

Cuesta mucho trabajo, después de tantos años de verlo gobernar, y después de su vertiginosa caída hasta un mínimo porcentaje de popularidad entre quienes votaron por él, concebir que Enrique Alfaro es “de los buenos” y quienes están en su contra somos “los malos”.

Más bien huele a maldad una política acomodaticia como la que gobierna hoy Jalisco que empezó con gran amistad con Andrés Manuel López Obrador, gracias al cual se entronizaron en Tlajomulco, para después chaquetear y abrazarse con la derecha empresarial del estado para llegar al gobierno: ¿a esa política chaquetera de traiciones le llama usted, señor senador, el lado bueno de la historia?

La verdad es que me queda la sensación de que pasó de noche por las aulas o que una actitud servil le ha hecho tirar por la borda lo que en ellas le enseñaron.

Créame que lo lamento. Desde hace años pensé con ilusión que una buena trayectoria lo podía llevar al gobierno y desempeñarse muy bien en él. La desilusión que me ha causado un aserto de tal naturaleza ha sido muy grande. Espero, de todo corazón, que se haya debido a sus malas compañías y no a una degradación o, peor, a una degeneración intelectual.

Si bien me causó náusea que el señor Juan José Frangie, presidente municipal de Zapopan, se haya referido al sector mayoritario de la actual política mexicana en los peores términos, ello no me extrañó, pues él sí procede de la peor ralea. Pero en el caso suyo, se lo confieso, me produjo mucho dolor porque tenía otra idea de usted.

Me gustaría que replicara que la prensa no lo entendió bien: que no dijo exactamente eso, aunque hubo tal coincidencia en todos los medios que frecuento que no parece haber dejado lugar a dudas el dogmático maniqueísmo de su expresión.

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jl/I