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Sobre esta gran simulación

La facultad que tenemos de manipularnos a nosotros mismospara que no se tambaleen lo más mínimo los cimientos de nuestras creencias es un fenómeno fascinante

Muriel Barbery

 

  • ¿Qué significa este pasaje de la Navidad?
  • ¿Qué representa estar juntos?
  • ¿Qué gestos acompañan la cena navideña?
  • ¿Qué pasa con ese mandato familiar de estar unidos y felices?
  • ¿Es necesario estar feliz?
  • ¿La estética importa?
  • ¿Se puede ser uno mismo dentro de esas cronologías?
  • ¿Se puede vivir en libertad entre tantos protocolos decembrinos estructurados?
  • ¿Qué pasa con la combinación de celebraciones y ausencias?
  • ¿Cómo se sostiene el imperativo social de mostrarse feliz estando en duelo?
  • ¿Cómo se sobrevive al escrutinio familiar cuando no acudes a la cena?
  • ¿Cómo es interpretada tu presencia cuando acudes sólo?
  • ¿Qué valor tiene si te presentas con una pareja estable?
  • ¿Qué miradas hay si haces un anuncio amoroso y libre de tu homosexualidad?
  • ¿En las familias hay tanto amor y aceptación para agregar a la mesa platos extras para hacerte acompañar de tu relación poliamorosa?
  • ¿Realmente la felicidad de las imágenes es un reflejo de las sonrisas y del bienestar del momento?
  • ¿En verdad podemos apelar al autocontrol para posibilitar que el otro piense distinto?
  • ¿Podemos declararnos libres de no simpatizar con los otros?
  • ¿Podemos proclamar que no congeniamos con nuestra propia familia?
  • ¿Está permitido sacar los trapitos al Sol aunque sea de noche y esté decorado con foquitos navideños?
  • Hablar de cosas que incomodan, ¿es posible?
  • Entre tanto ruido, ¿nos damos tiempo para pensar en nuestros deseos?
  • ¿Cómo se sostienen en la celebración las sillas vacías?
  • ¿Qué papel tiene el dolor, la nostalgia y la añoranza dentro del disfrute?
  • ¿La familia es realmente nuestro lugar seguro?
  • ¿En familia nos sentimos libres de llorar?
  • ¿Los pleitos modifican las formas de celebrar?
  • ¿Cuántos hombres y mujeres tendrán que cenar con su agresor?
  • Mientras disfrutamos de una elaborada cena, ¿cómo espantaremos de la cabeza la situación de pobreza, indigencia e inseguridad de nuestro pueblo?
  • ¿Cómo habrán de abrigarse los silencios en la cena de Navidad?
  • ¿Se realizará un balance financiero antes de tirar la casa por la ventana?
  • ¿Tendremos la valentía de abrazar las posibilidades de nuevos ciclos?

¡Les deseo un significativo, amoroso y contenedor encuentro familiar!

Donde haya un verdadero lugar para todos y todas. Donde quepan todos los discursos. Donde las diversas formas de amar sean posibles. Donde justamente el amor y el respeto por el otro sean el principal lenguaje.

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jl/I