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Los López amparándose
Porque nos la quitaron
El Barcelona hizo casi todo lo que tenía que hacer en la casa de Maradona, pero le faltó lo más importante, le faltó matar cuando pudo, cuando dominaba tras el tanto de Lewandoski y el Nápoles pululaba desahuciado, y dejó vivir a un equipo al que solo le hizo falta un disparo entre los tres palos, el del enmascarado Víctor Osimhen tras un error de Íñigo Martínez, para dejar la eliminatoria abierta de par en par para la vuelta.
El Barcelona comenzó el duelo con todo el poso y autoridad que tenía que mostrar ante un rival mermado por el despido de su entrenador, pero acabó con la soga al cuello, superado por las embestidas finales de un Nápoles que tiró más de corazón que de cabeza y que contrarrestó su inferioridad general con un destello individual, con una acción de Osimhen, facilitada por la premura de Íñigo Martínez, para marcar en el único disparo a puerta del equipo italiano.
Nápoles volvió a respirar gracias a su héroe enmascarado. Y gracias a la permisividad y falta de acierto de un equipo que mereció más en la primera parte, pero que no sufrió lo debido por el momento actual de incertidumbre que rodea al Nápoles. Dominio sin recompensa que desembocó en un empate como castigo.
El Barcelona tuvo las oportunidades, fue superior en líneas generales, pero no mató cuando pudo y en Champions eso se paga caro. Osimhen dejó abierta de par en par la eliminatoria.
Una fenomenal actuación defensiva y un gol en el último suspiro del brasileño Wanderson Galeno tumbaron este miércoles al Arsenal de Mikel Arteta, que cayó por 1-0 ante un Oporto que frenó con maestría a la apisonadora londinense.
El gol tardío en la Ida fue el merecido premio para una defensa del Oporto que frenó uno de los mejores ataques de Europa, y el merecido castigo para unos Gunners que estuvieron irreconocibles.
Siete disparos, ninguno de ellos a puerta, y 10 saques de esquina, muchos de los cuales acabaron en faltas ofensivas, son algunas de las cifras del cuadro de Arteta, que tendrá mucho que mejorar no sólo para la Vuelta, sino para el inminente choque contra el Newcastle.
Cuando los cuatro minutos de la prórroga tocaban a su fin, un misil de Galeno desde fuera del área acabó en el fondo de las mallas de Raya y el público del Estádio do Dragão estalló de júbilo.
OCTAVOS-IDA
jl/I