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Indignación selectiva, ¿y la Línea 3?

Si algo positivo resultó de la consulta pública sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, mejor conocido como NAICM, fue que hubiera activado el tema de boca en boca como hacía mucho no pasaba con un proyecto de esa magnitud en el estado ni en el país.

Independientemente de la calidad o el nivel de los argumentos que más sonaron, la gente se interesó por el asunto aéreo que cuando esté resuelto ni siquiera será visitado por muchos, pero obligó a más de alguno a informarse para poder elegir una opción, y eso no se ve todos los días.

Lo que demostró el caso NAICM es que la gente se puede activar, y hasta marchar, por temas de obra pública que anteriormente no permeaban de tal magnitud en un grupo tan heterogéneo de la sociedad, es decir, no precisamente por los afectados directos, y es uno de los puntos que más llama la atención.

Ahora, si el aeropuerto capitalino y sus opciones generaron tanto eco incluso en Jalisco, ¿por qué no hay un impacto tan brutal en el estado por una obra cara, tardada, con señalamientos por corrupción y de gran impacto ambiental y urbano como la Línea 3 del Tren Ligero?

Apenas este viernes 2 de noviembre se dieron a conocer las irregularidades que encontró la Auditoría Superior de la Federación en la obra: pagos indebidos o injustificados por 109.7 millones de pesos, pues se pagó dinero al contratista por retrasos que eran su responsabilidad, se hicieron depósitos duplicados en fletes, vigas y concreto, y hasta se entregó dinero por días no laborados.

Otras de las irregularidades fueron pagos para la contratación de equipo de perforación que no se acreditó que se utilizara, o erogaciones en materias primas que estaban fuera del catálogo previo. En total fueron ocho observaciones y sólo una se solventó, el resto sigue pendiente.

No es menor y no es el único señalamiento de irregularidades que la Auditoría ha hecho. Así es como podemos comprender el sobreprecio que se disparó el año pasado de la línea de tren. Cuando empezó, el presupuesto estimado era de 18 mil millones de pesos a lo largo de todo el proceso constructivo, pero en 2017 se anunció que subiría a 25 mil millones por el dólar, la inflación, el incremento de insumos, etcétera, ¿7 mil millones de pesos por encarecimiento de materiales?

Otro aspecto en el que la autoridad ha brillado por su ausencia es en el tema ambiental. En un inicio se presumió que la manifestación de impacto ambiental contaba con 43 condicionantes, un plan de manejo de arbolado y una fianza inédita por 15 millones de pesos para descontársela a los constructores en caso de que, durante la construcción, no cumplieran con lo establecido en cualquiera de los instrumentos antes mencionados.

A la fecha se ha documentado que en su momento la Línea 3 ocasionó un incremento de contaminantes atmosféricos por el mal manejo del suelo retirado del túnel, también se acreditó en Guadalajara y Zapopan cómo se enviaron al drenaje metros cúbicos de agua bombeada de mantos freáticos impactados, además de efectos nocivos posteriores como las inundaciones con aguas negras en Alcalde Barranquitas.

Sin embargo, a pesar de estar documentados todos esos impactos durante y después de los trabajos, el gobierno del estado aún no define si cobrará o no la fianza ambiental, que está depositada en la Sepaf desde 2015, íntegra. Es decir, con todo y la evidencia, lo más probable es que este sexenio termine sin haber hecho valer la manifestación de impacto ambiental.

Cada quien es libre de molestarse por lo que desee, está en su derecho, pero, ¿no valdría la pena involucrarse más en los temas locales y con los que nos topamos todos los días como la Línea 3 para exigir cuentas, así como ya demostramos que podemos hacer con lo nacional? También se vale ser menos selectivos con nuestra indignación.

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da/i