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La decisión es definitiva: Rojo Café cierra

CAMBIO. El propio director del recinto admite que el público está en búsqueda de otros conceptos, pues la zona siempre está concurrida. (Foto: Humberto Muñiz)

Confirmado. El Rojo Café cierra definitivamente sus puertas. Tras una lucha constante, programas y proyectos de promoción, un breve repunte en su afluencia y ventas, no se pudo más y el dueño, Alfredo Saras, se despedirá del espacio cultural de 14 años de trayectoria el 31 de marzo.

“Como que es claro ya”, comentó en principio Alfredo Saras para NTR. “A lo mejor he sido necio de más, me pasé de terco y demás”, ya que la situación del año pasado, cuando se anunció el cierre del Rojo Café y diversos artistas y la comunidad en general se ofreció para brindarle su ayuda, aplazó el cierre, pero ahora el director lo planeó de manera discreta y tanto en las redes sociales como en la página oficial no se ha compartido la noticia.

El principal motivo son los “números rojos”, enfatizó el también coordinador de Programación de la Dirección de Cultura de Zapopan, ya que “los costos son más altos de lo que ingresa” y hasta la fecha debe 280 mil pesos. “No está dando para cubrir el costo de estar aquí, eso es en esencia, y lo he aguantado desde diciembre”, agregó, ya que en cuanto a la oferta artística aún es abundante y “esa es la paradoja”.

Propuesta ¿caduca?

La asistencia de público a las funciones son bajas, las ventas de consumo históricamente recayeron, por lo que el pago de la renta, nómina y la luz, que debía tener al día 5 mil pesos, no se alcanza a cubrir. Sin embargo, explicó Saras, la zona de Chapultepec se ve todos los fines de semana llena, con largas filas para entrar a bares y el camellón abarrotado de transeúntes.

“Más bien la gente busca fiesta, no un lugar de éstos”, reflexionó el dueño, o quizá “el concepto a las nuevas generaciones ya no les resulta atractivo”, puesto que también cuando se tiene música en vivo no quieren pagar. O tal vez, debido a la crisis económica, el alza en los productos básicos y hasta la sobreoferta de entretenimiento que aumentó, las personas deciden gastar en elementos necesarios para vivir.

“También pienso que a los que nos gusta esto somos minoría, somos 20 por ciento de la población”, añadió Saras, por lo que considera después moverse a otra colonia más barata, una vez saldada la deuda. “La realidad es que dejó de venir gente y dejó de haber consumo”, puntualizó.

Sin duda, luego de que a principios de 2015 se anunció el cierre del Rojo Café y tras el trabajo colectivo para promocionar y divulgar las actividades en el espacio, el primer semestre sí hubo un repunte en la asistencia y venta, ya que las estrategias como Rojo TV, la divulgación de los platillos en la página y demás funcionaron, “pero no sé por qué circunstancias a finales de año el mismo esfuerzo no se tradujo en más visitas, más bien conservar las que ya teníamos”.

Aunque mientras el Rojo Café estuvo en picada, otros recintos con el espíritu similar nacieron o se consolidaron, tal es el caso de El Caballo de Cartón y Palíndromo, éste último en ocasiones con mancuerna con la Universidad de Guadalajara para algunas actividades. “No sé cómo les esté yendo”, comentó Saras, “ojalá que sea bueno”, puesto que la venta de bebidas alcohólicas es una ventaja que tienen.

No hay despedida

Sin concierto ni fiesta de despedida es como cerrará sus puertas Rojo Café, aseguró Alfredo Saras. “Me siento muy mal, me sentiría muy mal, emocionalmente me pegaría mucho, mejor prefiero dejarlo así en pausa, siento feo, para hacer una fiesta para despedir, prefiero no despedir y ponerle pausa”.

Saras comentó que una vez finiquitada su deuda o quizá antes pensará en abrir un nuevo centro cultural, en alguna otra colonia, cuya renta sea menos cara, pero todavía no está seguro.

“Esto es mi vida, a mí sí me gustaría buscar la manera de seguir, (buscaré) una casa que tenga las condiciones y que el uso del suelo dé para ello”, finalizó.

¿Cómo surgió Rojo Café?

En 2001, la casa antigua que se ubica en Guadalupe Zuno 2027 era un restaurante de nombre Rojas de Manzano, en la que Alfredo Saras participó en la programación de espectáculos artísticos.

Tras el quiebre del lugar, el negocio se pasó a Saras y en enero de 2002 abrió el Rojo Café con una agenda de actividades, que incluía el Día de Trovadores.

A lo largo de sus años, muchos cantautores, teatreros, cantantes, artistas plásticos y otros han pasado por el recinto, entre ellos Radiopatías, Jaramar Soto, Pancho Madrigal, Iván Ruiz, Álvaro Abitia, Miguel Inzunza, Paulino Monroy y hasta la integrantes de la Trompa Cósmica.


“Me indigna mucho saber que en el país los gobiernos, los reglamentos, tengan por concepto próspero a los casinos y otro tipo de espacios así, en el que no se fomenta el apoyar al talento local, al artista independiente, el promover una cultura diversa, universal, que incluya todas las voces sin tomar en cuenta lo que nos digan la televisión”
Gerardo Pablo, cantautor

“Se cierran todas las posibilidades alternativas y da una preocupación, desde mi trinchera, desde mi ámbito profesional y teatral, porque era uno de los lugares en el que maestro Saras nos abría las puertas. Para mí el Rojo Café significó muchísimo, casi mi segunda casa de presentaciones”
Rubén Pérez, actor y director de teatro

“Sabemos todos que el Rojo Café es una herencia de La Peña Cuicacalli, La Peñita, representaba un espacio en el que la canción de autor podía expresarse y es una tristeza que esos espacios tengan complicación para sostenerse. Para mí representaba el único lugar en la ciudad que podría sentirse como propio, que estaba vocacionado para la canción de autor”
Álvaro Abitia, cantautor, director de la Universidad Libre de la Música

“A pesar de que esté cerrando sus puertas, va a quedar en el corazón de muchos, a mí me causa mucha nostalgia porque es un lugar en donde se apuesta por la escena local, por el arte, la cultura y es algo real que se necesiten recursos y es lo más complicado para un proyecto altruista como éste”
Iván Ruiz, cantautor

“Me decepciona muchísimo porque no hay otro espacio que haya hecho caldo de cultivo de canción de autor ni de otras propuestas artísticas. Se tiró un castillo de arena que ha llevado muchos años de construirse como una alternativa. Es una tristeza saber que no existen apoyos, un programa para que le subvencionen gastos que impactan muchísimo a estos lugares”
Miguel Inzunza, cantautor

 

DN/I