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La simple magnificación de las artes escénicas

PROCESO. Su recorrido por el escenario, los libretos, la dirección, el canto, la danza y la pintura le condujeron a condensar su talento en la producción operística. (Foto: Mónika Neufeld)

Para asentarse en la ópera, el capitalino de 43 años pasó casi por todas las disciplinas del arte. Su recorrido por el escenario, los libretos, la dirección, el canto, la danza y la pintura le condujeron a condensar su talento en la producción operística.

Ha dirigido 80 producciones en México, Estados Unidos, España, Francia, Suiza, Italia y Colombia y en 2012 fue contratado por la Orquesta Filarmónica de Jalisco como productor de las temporadas de ópera.

Sin proponérselo, al ser diseñador gráfico Ragnar Conde se insertó en el mundo de la producción operística posicionándose cada vez más por la calidad y originalidad de sus producciones.

Este año trae a su grupo Escenia Ensamble a la ciudad para presentar en coproducción **Un tranvía llamado deseo y con ello continuar enraizando su peculiar talento en Guadalajara.

NTR. ¿Le apuestas a producir ópera con artistas nacionales?

Ragnar Conde (RG). Hay cierto repertorio en el que no podemos usar producto mexicano porque no son el tipo de voces que se requieren. Si quisiéramos montar Wagner, se vuelve obligado recurrir a cualquier casa de ópera respetable del mundo porque México no es un país de voces wagnerianas y el talento se tiene que importar.

Hay buena calidad de voces, pero falta mucha formación, en México trabajamos en que la voz del cantante se escuche bien, pero en la musicalidad, en el estilo y entrenamiento escénico hay una carencia grande. Creo que se pueden generar proyectos pequeños sin soltar los grandes, que son los que ayudan a posicionarlo en esta agenda internacional.

NTR. ¿Te dispones a cambiar la forma de producir espectáculos en la OFJ?

RG. En el caso de **Un tranvía… son muchos factores, ojalá se pudieran hacer varios proyectos como éste, pero no pueden terminar sustituyendo las grandes producciones que también son necesarias. Éste tiene ventajas enormes, una es que está basada 80 por ciento en trabajo actoral y musical. Para poder montar una obra de esa complejidad con los cantantes de Guadalajara, que son excelentes, hubiéramos necesitado dos meses y el presupuesto se nos hubiera ido a las nubes, algo incosteable.

Afortunadamente tenemos un equipo de gente comprometida, que lo tomó como proyecto personal y nos tomó cuatro meses desarrollar este proyecto. Eso en condiciones normales de la ópera es muy difícil y sobre todo mientras más importantes son las voces más saturada está su agenda y menos tiempo tienen para estar presentes.

NTR. ¿Planeas instalarte con tu Escenia Ensamble en Guadalajara?

RG. Me gusta la riqueza cultural y artística de la ciudad y su movimiento, lo cual es importante. Me parece importante que este ensamble no se quede en las artes escénicas, la comunicación entre artistas es fundamental y veo ese potencial aquí, por eso estamos viendo traer una sede de Escenia a Guadalajara.

NTR. ¿En qué consiste tu proyecto Escenia Ensamble?

RG. No somos una compañía, en realidad somos un ensamble de artes escénicas y como el plural de las artes escénicas es precisamente escenia, de ahí se generó el nombre. Primero me tocó trabajar con los estudiantes becados de Plácido Domingo, de la Sociedad Internacional de Valores de Arte Mexicano (SIVAR). Conforme trabajé con cantantes con más tablas me di cuenta que realmente no había una formación escénica de cantante de ópera, eso me llevó a entrenar cantantes. Como resultado de esos talleres en 2008 creamos algunas escenas y pequeñas producciones siguiendo una línea de romper las estructuras. El resultado fue más de economía que de concepto transgresor y buscando comunicar con el público.

NTR. ¿A qué se remonta tu pasión por el arte?

 RG. Curiosamente en mi familia nadie se dedica al arte, pero desde chico tuve inclinaciones hacia todas las cuestiones artísticas. Inicialmente a las artes plásticas, empecé estudiando pintura a las 14 años y a partir de los 15 años dirigí **La fonda de las siete cabrilla, de José Gorostiza y adaptada por Emilio Carballido entre mis primeras obras de teatro hasta que se armó una compañía local. Cuando salí de la preparatoria tuve mi primer grupo amateur, estudié danza durante seis años al tiempo que estudiaba diseño gráfico en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), canto y pintura.

NTR. ¿Cómo llegó la producción de ópera a tu vida?

RG. Había hecho musicales, dirigido teatro, había hecho mis pininos como escritor, me encantaba la música clásica, había ido a concierto, pero no a una ópera con tal. Cuando me toca dirigir no tenía referentes, así que empecé basándome más en las otras artes que en la tradición operística. Sin saberlo eso que hacía de poner a bailar a los cantantes y otras cosas, era lo que se consideraba vanguardia en Europa. No lo hice por vanguardista sino por hacerlo lo más dinámico y n o conocía las convenciones de la ópera. Gustó mucho lo que hice y así me invitaron a más proyectos hasta que desplacé el teatro para dedicarme a la ópera.

NTR. ¿Cómo te profesionalizaste en la producción?

RG. Estudiando talleres de dirección me encontré con muchas cosas familiares, pues ya tenía algo de experiencia y un maestro me recomendó estudiar actuación porque no tenía muy claro cómo dirigir a los actores. Estudié cuatro años en la Casa del Teatro y en 2000, cuando por fin terminé, tuve dos invitaciones simultáneas. Una fue para dirigir un teatro enorme que estaban construyendo al norte de la Ciudad de México. La otra fue para dirigir mi primera ópera. Tomé los dos, pero a partir de ese momento la ópera me atrapó porque combinaba todo lo que había estudiado en una sola disciplina.

 

HJ/I