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Cuidado con lo que deseas

Ignoro el origen del proverbio que dice: ten cuidado con lo que deseas, porque podrías conseguirlo; sin embargo, me parece que es sumamente pertinente en los tiempos tan revueltos que estamos experimentando. Debemos ser cautelosos como lo recomienda Ignacio de Loyola: en tiempo de desolación nunca hacer mudanza.

¿A qué me refiero con esto? A que ante la gran cantidad de problemas que enfrentamos, y la poca capacidad que demuestran nuestras instituciones sociales y políticas para resolverlos es normal que muchas personas se desesperen y pretendan tomar medidas radicales para ver si así se resuelven.

Debido a ello podemos constatar la gran cantidad de acciones y medidas en contra de nuestra clase política, a la que por muchos motivos válidos consideramos como la causa de nuestros males. Iniciativas como la eliminación del fuero, la desaparición de diputados plurinominales, la eliminación del financiamiento público a los partidos políticos, la limitación del presupuesto a los órganos legislativos, la militarización de la seguridad pública, la destitución de Enrique Peña Nieto y un largo etcétera son defendidos por muchas personas como soluciones inmediatas y definitivas, y aparentemente obvias, y por eso tienen mucho arrastre entre nuestros conciudadanos.

Pero esa supuesta obviedad es la que debe ponernos en alerta. Los problemas sociales no suelen ser tan simples, y su origen no es tan obvio a la larga, y lo afirmo porque si el origen y solución de nuestros problemas están tan a la vista, ¿por qué nadie ha hecho nada para remediarlos, si se supone que sólo es necesario que alguien quiera hacerlo, y las consecuencias las padecemos tantas personas? ¿No será que en realidad las causas no están tan a la vista como algunas personas quieren que lo creamos?

El riesgo de aceptar las soluciones obvias es que podemos terminar por agravar nuestro problema en vez de solucionarlo. Es lo que algunos llaman intención paradójica. Por eso insisto en que debemos ser muy cuidadosos y rigurosos en nuestro análisis, para aumentar la probabilidad de que nuestras acciones contribuyan a remediar y no a empeorar la situación.

Por ejemplo, militarizar el combate al narcotráfico nos ha dejado como consecuencia casi 30 mil casos de personas desaparecidas, y un número probablemente aún mayor de personas desplazadas de sus lugares de origen, y un aumento sin precedentes en la violencia que experimenta nuestro país, y poco o casi nada se ha logrado en lo que se refiere a contener el tráfico de drogas.

Del mismo modo es necesario que tratemos de anticipar las consecuencias no queridas o no deseadas de otras medidas, como la desaparición de diputados plurinominales, que podría traer como consecuencia que el Congreso se integre únicamente por personas poco preparadas académicamente, aunque cuenten con mucho respaldo social, con lo que el presidente volvería a tener el control, una fórmula que ya experimentamos el siglo pasado y que no nos funcionó.

La eliminación total del financiamiento público a los partidos podría acelerar la privatización de las decisiones que deben ser públicas y aumentar aún más el peso de quienes tienen más posibilidades de financiar campañas electorales en la toma de decisiones, sin que haya posibilidades de establecer contrapesos que emparejen la cancha del juego político a favor de quienes disponen de menos recursos y posibilidades de influir.

¿Entonces es mejor no hacer nada? Claro que no. Lo que digo es que hay que pensar con el pesimismo de la razón pero actuar con el optimismo de la voluntad, como decía Antonio Gramsci, pues quienes se benefician de las cosas como están pueden aprovechar nuestro descuido y darnos exactamente lo que pedimos, y perjudicarnos otra vez.

[email protected] | @albayardo