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Pepe, el entrenador

A José Álvarez Solís, el entrenador y amigo...

Inició su aventura deportiva allá por la década de los 60 en la famosa y transformada Casa de la Juventud (ahora conocida como Code Alcalde), en el mundo acuático. Posteriormente, en una aventura extrema deportiva, aspiró a ser seleccionado nacional para participar en los Juegos Olímpicos México 68. Asistieron dos tapatíos por la libre con el entrenador nacional en jefe, Ronald Johnson (Rip); sólo se quedó uno, y no fue él.

Pero regresó a Guadalajara para iniciar su vida de entrenador en el Club Atlas de Guadalajara, allá por el famoso boulevard a Tlaquepaque, mientras hacía su carrera de abogado en la U de G.

José Álvarez, conocido en el mundo de la natación como Pepe El Pescado, fue un buen entrenador, adelantado a sus tiempos a fines de los años 60. Podríamos decir que fue la tercera generación de entrenadores de natación en el siglo pasado; se dice mucho tiempo pero apenas fue ayer.

Su vida como entrenador fue constantemente arriba, desde que inició hasta que decidió emigrar al Club Guadalajara, donde hizo su verdadera vida de entrenador hasta fines de los 80. Casi veinte años como entrenador y ésto le permitió tener varias generaciones de nadadores de todas las edades, géneros y colores, pero sobre todo de rendimiento deportivo.

Los obstáculos nunca faltaron para él y sus discípulos para poder desarrollarse plenamente en esa disciplina deportiva, pero no hubo obstáculo que no venciera; hasta que le ganó la vida misma y tuvo que definirse: la abogacía o la natación. Y su decisión fue sabia: su profesión le demandó todo el tiempo del mundo y sigue ahí.

A José El Pescado Álvarez, como le llamaban sus amigos de la época, no sólo lo veían como un excelente nadador, sino como un buen y fiel amigo; ésa parte de su ser se la transmitió a sus nadadores/as y con ello siempre tuvo su reconocimiento, aprecio y comprensión, amén de toda la camaradería que hasta la fecha se mantiene.

Su vida deportiva la terminó en el Club Guadalajara, ahí donde vio la posibilidad de crecer y crecer, lo hizo, pero finalmente tuvo un tope. Nos parece que su osadía de crecer fue muy buena, pero la realidad de dicho club en particular y del deporte en general es muy cruel y salvaje, y a él le tocó vivir eso y más.

Van para él estas breves líneas con aprecio, con admiración, pero sobre todo con respeto a ese entrenador y amigo, que además de guía fue padrino del que escribe estas líneas.

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