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El experimento de la ratificación

El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno

Artículo 39 de la Constitución mexicana

 

Toda innovación realmente relevante ha pasado por una serie de ajustes llevados a cabo mediante el método de prueba y error. Es usual que se elaboren prototipos que suelen ser sumamente imperfectos, pero que permiten valorar el potencial de la innovación que se propone.

Por ejemplo, los prototipos de los aviones eran sumamente frágiles y peligrosos. Sin embargo, con ellos se demostró que era posible crear aparatos voladores más pesados que el aire. De hecho, los aviones han avanzado tanto que es mucho menos probable morir en un accidente de aviación que caminando por la calle, aunque a veces olvidemos que no siempre fue así.

Con las innovaciones sociopolíticas suele ocurrir lo mismo. Se echan a andar a través de prototipos que asustan o que no convencen, y se les juzga muy desfavorablemente porque se comparan con instituciones que llevan décadas o siglos de existencia, pero cuando la propuesta es buena poco a poco va evolucionando y consolidándose, aunque los pioneros que echaron a andar las innovaciones suelen recibir muchas críticas en el proceso.

Pero también nuestras instituciones políticas más antiguas pasaron por ese proceso. La idea de que era mejor dividir el ejercicio del poder político para que no se acumulara en una sola persona, creando los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, tardó varios siglos en consolidarse, y muchas personas padecieron las consecuencias de los ensayos por hacer efectiva esa separación, aunque ahora nos parezca lo más normal del mundo que exista esa división, y que incluso haya personas con una vocación sumamente autoritaria que desean eliminarla, como Trump, por ejemplo.

En nuestra ciudad también se han venido realizando experimentos. Uno de ellos es la implementación de un presupuesto participativo en Tlajomulco, mismo que fue muy criticado en sus inicios porque era visto como una versión muy deficiente de lo que se hacía en la ciudad de Porto Alegre, la primera que lo implementó, hace alrededor de 25 años. La cuestión es que quienes criticaban ese ejercicio no tomaban en cuenta que era necesario seguir un proceso didáctico, que comenzara por crear confianza en la población, para que después se apropiara de la propuesta, como de hecho ocurre ahora, pues en varias ocasiones los proyectos que son financiados mediante el presupuesto participativo fueron propuestos por los propios habitantes de Tlajomulco. De hecho, dicha innovación resultó tan exitosa que fue incluida en la Constitución de Jalisco en la última reforma que se le hizo.

Del mismo modo, ahora hay actores políticos que critican los ejercicios de ratificación del mandato en varios municipios de nuestro estado, probablemente porque temen que también resulte una innovación exitosa, que a la larga termine por volverse obligatoria y extenderse a la gubernatura.

Como quiera que sea, la discusión en torno a la ratificación del mandato ha propiciado que parte de la ciudadanía recuerde que no es su obligación soportar a un gobernante que no ha dado resultados o que incluso ha abusado de su poder. Existe la posibilidad de retirarle el poder que se le delegó.

Por mi parte invito a quienes puedan a participar el próximo domingo en el ejercicio de ratificación del mandato, sopesando lo hecho y no hecho por su respectivo alcalde, sin pretender que actúe como si fuera perfecto, sino considerando si pesan más los aspectos positivos que los negativos de su gestión, para determinar si vale la pena que siga en el cargo o no, y votar en consecuencia.

@albayardo

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JJ/I