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Exaltan el misterio en la foto de Rulfo

Trascendencia. El destacado fotoperiodista Hernández-Claire señala que el reconocimiento al segundo talento de Rulfo le llega de manera tardía. (Foto: Humberto Muñiz) (Foto: Humberto Muñiz)

“Y aquí, aquella mujer, de pie en el umbral; su cuerpo impidiendo la llegada del día; dejando asomar, a través de sus brazos, retazos de cielo, y debajo de sus pies regueros de luz; una luz asperjada como si el suelo debajo de ella estuviera anegado en lágrimas”. Así corre un fragmento de Pedro Páramo, una de las obras cumbre de la literatura de Juan Rulfo; sin embargo, con sus referencias a luces y sombras, se relaciona con una de las facetas menos conocidas del jalisciense: la de fotógrafo.

Como parte de la 3ª Semana de la Fotografía que hasta hoy se desarrolla en el Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (en su sede de la calle Belén), el fotógrafo tapatío José Hernández-Claire brindó una conferencia a los estudiantes sobre la obra gráfica de Rulfo.

“La narrativa de Pedro Páramo, para mí, es tratada de la misma manera que una fotografía irresuelta: engloba, al igual que las imágenes de su autor, un lado misterioso en el que tratamos de imaginar lo que quiso ver. Aun cuando sabemos que son disciplinas totalmente distintas, yo veo una simbiosis total entre la fotografía y la literatura de Rulfo. La obra literaria describía de la misma forma que lo hace la cámara los espacios, el paisaje, la arquitectura, las texturas, el volumen, la atmósfera y los sujetos con esa nitidez y contundencia propia del poder descriptivo de la fotografía”, expuso Hernández-Claire.

Aunque Rulfo no se reconocía a sí mismo como fotógrafo, disciplina de la que fue autodidacta, Hernández-Claire expuso que dejó un legado de alrededor de 7 mil negativos tomados a partir de la década de los 30 y capturados, en su mayoría, con una cámara Rolleiflex 6x6 de doble lente.

Arrieros, campesinos, magueyes, trajineras, volcanes, zonas arqueológicas, obras arquitectónicas y paisajes naturales forman parte de las escenas del México capturado por Rulfo; siempre con juegos de luces, contrastes y espacios vacíos y, a la vez, “con gran respeto y dignidad hacia los sujetos”.

Fue en la revista América cuando en 1949 Rulfo publicó sus primeras fotografías. Durante los siguientes años se editan pocas de sus imágenes en artículos y guías, y es hasta 1980 cuando, en el marco del homenaje nacional que le fue dedicado, se expone en Bellas Artes su obra fotográfica y se presenta un catálogo de la misma.

 “Su personalidad introvertida, silenciosa y modesta, pienso yo, no le permitió dar a conocer su excelente obra fotográfica, teniendo esta una reconocimiento tardía”, concluyó Hernández-Claire.

“Aun cuando sabemos que son disciplinas totalmente distintas, yo veo una simbiosis total entre la fotografía y la literatura de Rulfo”
José Hernández-Claire, fotógrafo

JJ/I