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Hacen del acordeón un negocio familiar

Herencia. Ricardo Aguillón hereda de su abuelo la habilidad para restaurar acordeones; espera transmitir lo que sabe a sus hijos. (Foto: Cuartoscuro)

Monterrey. El acordeón, instrumento musical creado en 1829 por Cyrill Demian, se ha convertido en uno de los más tradicionales en el norte de México, por lo cual la familia Aguillón ha dedicado más de seis décadas al oficio de restauración y armado.

Diferentes agrupaciones en la actualidad y anteriores han adoptado este instrumento como una de las principales piezas dentro de su música, lo que llevó precisamente a Santos Aguillón Hernández a dedicarse a esa tarea, al crear La Casa del Acordeón, situada en La Colonia Moderna, en el Centro de Monterrey.

Ricardo Aguillón, hijo del ahora fallecido Santos, explicó que el gusto de su padre por este instrumento de viento se debió a que su abuelo tocaba el acordeón y de ahí nació el cariño por el oficio.

“Todo vino de mi abuelo que tocaba este instrumento, él empezó a moverle a sus acordeones, y de esa manera comenzó esta tradición”, recordó.

“Mi papá empezó en este taller, ésta era casa de mi abuela, cuando los traían le preguntaban por su papá porque no le creían que él los arreglaba. Después ya se los llevaban y le comentaban que el instrumento quedó muy bien, que le diera las gracias a su papá, pero en realidad él los componía”, indicó.

Ricardo comentó que diversos son los artistas que llevan a este lugar a arreglar sus acordeones, para dejarlos listos y así deleitar a sus seguidores con el sonido característico de los teclados.

“Cada vez que el artista Lupe Tijerina adquiría un acordeón se lo traía a papá para hacerle la afinación cadete, una vez él vino a visitarlo, a recoger el instrumento y darle el visto bueno de cómo había quedado el sonido”, subrayó.

“Ha venido La Fiebre, La Firma, muchos grupos, Los Tigrillos, algunos los mandan con otras personas porque no vienen los integrantes”, expresó Aguillón, quien se inició en el oficio a los 12 años guiado por su padre.

Oficio complejo

El acordeón es un instrumento armónico de viento, conformado por un fuelle, un diapasón y dos cajas armónicas de madera, así como en sus dos extremos el fuelle está cerrado por las cajas de madera.

Sin duda tiene su grado de complejidad, pero manifestó que en La Casa del Acordeón son desarmados en su totalidad, los limpian, cambian las botoneras, los forran, ponen micas, y sobre todo los adecúan para un sonido agradable.

Ricardo Aguillón posee un pequeño aparato que le permite afinar el acordeón, pero mucho de ello tiene que ver con la apreciación del sonido, por lo cual también el tiempo le ha dado un buen oído para distinguir cuando está o no en el tono adecuado.

“El acordeón tenemos que checarlo voz por voz, darle una emparejada a la afinación general para que la música no desvaríe, si tiene una voz quebrada, le damos el tono y vibración”, explicó.

“Solamente es escuchar que el vibrato no sea muy despacio ni muy rápido porque es un estilo norteño, para texano es un sonido plano, liso y chillante. El sonido varía en cada estilo”.

La tradición de este oficio espera pasarla a futuras generaciones en su familia, aunque en este momento los únicos que trabajan en ello son él y su hermano René, quien de igual manera conoce a detalle este tipo de instrumentos y colabora en las reparaciones.

Aguillón señaló que la labor para ellos no se acaba nunca porque al ser un instrumento de tradición del norte de México, siempre surgen jóvenes que buscan incursionar en la música de esta zona o la texana.

“Sí hay demanda, hay muchos chavitos que están tratando de aprender el acordeón para empezar, y ya si les da el gusto se compran los de mejor marca”, anotó.

“Hay acordeones chinos que pueden costar 3 mil pesos, otros que vienen saliendo como en 9 ó 10 mil pesos, después puedes agarrar un Corona Dos que es de 17 ó 18 mil, hasta llegar a un Gabbanelli que tienen un precio de hasta 40 mil pesos”, declaró.

Así, la familia Aguillón se ha dedicado por décadas al oficio y buscarán se mantenga. Aunque ya sus hijos quieran abrirse camino con alguna profesión, Ricardo espera que alguno tome el interés, como él y su hermano lo hicieron al ver a su padre.

JJ/I