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Educar para el futuro II

De acuerdo con el texto a que nos hemos referido en el anterior artículo, Educar para el futuro, publicado por The Economist, otro de los principales hallazgos es la financiación en educación: asevera que, si bien el salario de los profesores y la inversión en educación son esenciales, “el dinero no es la panacea”. Los gobiernos deben poner atención a la preparación del profesor, aumentar su salario y aquilatar la profesión, pero aumentar el presupuesto a educación no es la solución.

Por último, el estudio sostiene que un sistema educativo holista y preparado para el futuro está muy estrechamente ligado a la apertura y la tolerancia social, fundamentado en actitudes sociales más generosas, como la diversidad cultural, el respeto de las mujeres y la libertad de información. Es muy difícil que un sistema educativo acometa los desafíos propios de la globalización si la situación política y social del país es renuente y hostil a ideas innovadoras.

La pregunta es si los sistemas educativos de los países están preparados para priorizar la adquisición de estas habilidades en sus estudiantes. Para dar respuesta a esta inquietud, el estudio considera tres ámbitos para ser evaluados; el primero es el entorno de las políticas educativas que den prioridad a la adquisición de habilidades para el futuro, toda vez que el gobierno es el que tiene (o debería tener) mayor control sobre las variables educativas a partir de estrategias y diseños curriculares. Al respecto, de los 35 países considerados en el estudio, México está reprobado con 48.5, apenas arriba de Vietnam (47.1).

El segundo gran dominio es lo que debería ser el mejor recurso: los profesores. El estudio evalúa varios indicadores para calificar las políticas educativas concernientes a sus profesores, como la capacitación y las competencias para ingresar al magisterio. La publicación señala una correlación poco clara entre el desempeño en general y los salarios de los docentes, pues naciones que pagan bien a sus profesores (Estado Unidos y Japón) no ostentan los primeros lugares en países con los mejores ambientes educacionales. Por ejemplo, México está en el lugar 21 en salarios y tiene una evaluación de 70.1, que lo ubica en el lugar 16 en tener buenas condiciones educativas.

Por último, la obra sostiene que existe una fuerte correlación entre una sociedad abierta y la preparación de sus jóvenes para enfrentar los desafíos del futuro. A mayor calificación, mayores indicadores de libertad y justicia. Indiscutiblemente, una sociedad abierta es decisiva para educar en habilidades para futuro, pues refuerza ciertas cualidades intangibles necesarias para la vida y el trabajo en un entorno dinámico. El Índice Mundial Educar para el Futuro considera que nuestro país tiene un “ambiente moderado” pues le otorga una calificación de panzazo con un 58.0, que nos coloca en el lugar 22 de los 35 considerados, aunque en el indicador “sociedad libre y abierta” no ubica en el nada grato lugar 27.

México tiene un largo recorrido para generar condiciones propicias para educar a nuestros niños y jóvenes para el futuro. Muchas son las tareas pendientes y muchas las rémoras a vencer. El nuevo modelo educativo no contempla de forma específica de educar para el futuro. Sólo contempla que el currículo se centrará en los aprendizajes clave, “que son los que permiten seguir aprendiendo a lo largo de la vida”.

Aprovechando la presencia del antropólogo francés Marc Aubé en nuestra universidad, vale la pena recordar su afirmación de que nuestra representación del hombre y del universo cambiará radicalmente en el futuro y debemos prepararnos para ello; que la educación es “nuestra única esperanza del destino común de la humanidad”.

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JJ/I