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Desgobierno frente a la inseguridad y la violencia

La intervención de la Policía de Tlaquepaque por parte del gobierno del estado nos muestra la gravedad del problema de violencia e inseguridad que vivimos en el país y particularmente en la Zona Metropolitana de Guadalajara. Lamentablemente nos lleva a constatar la incapacidad de las Policías y cuerpos de seguridad para actuar con inteligencia frente a una posible infiltración del crimen organizado entre sus elementos y corporaciones, aunque desde hace tiempo ya se tenían indicios. Ante los graves problemas de inseguridad y violencia en Jalisco, se sigue reaccionando; no parece haber estrategia y menos capacidad preventiva.

¿Por qué tuvieron que intervenir de manera tan intempestiva la Fiscalía General y la Subsecretaría de Gobierno a una Policía municipal? ¿Realmente la posible infiltración del crimen organizado es sólo un problema de la Policía de Tlaquepaque? El incremento de la violencia e inseguridad en la zona metropolitana y otros puntos en Jalisco nos muestra más bien que el gobierno del estado no ha tenido la capacidad para contener, frenar o ir al fondo de estos problemas. El punto de partida es tener bien claro el diagnóstico de los problemas asociados a la inseguridad, quiénes los propician y dónde. En consecuencia, se debería definir o redefinir una estrategia articulada de políticas de combate y prevención ante la creciente violencia e inseguridad que padecemos los ciudadanos en la entidad.

Si de lo que se trata es que haya un combate eficaz al crimen organizado y se ponga un alto a su infiltración en los cuerpos policiacos, por qué se interviene de repente con un exceso de fuerza, decomiso de armas y acuartelamiento de los 734 elementos, y se concluye que los que no se presenten presumiblemente son los infiltrados y luego se les manda a capacitar para que hagan bien su trabajo. ¡El mundo al revés!

Si el gobierno del estado ya tenía indicios de que había policías infiltrados, por qué no actuó con base en información comprobada, por qué no investigó a los elementos de los que tenía sospecha y actuó de manera directa sobre los sospechosos, pero también sobre quienes los contactaron y los cabecillas de estos grupos. Mataron las moscas y dejaron el basurero. ¡Vaya forma de atacar un problema sin ir a su raíz!

Este procedimiento parece contradecir la lógica más elemental; lo primero es reclutar buenos elementos con un perfil idóneo para el objetivo de las Policías. Los seleccionados deberían recibir una capacitación adecuada y permanente para las labores que deben desarrollar, para enfrentar los riesgos de su trabajo y coordinarse adecuadamente con otros cuerpos de seguridad cuyas labores son más complejas.

Lo que pasó en Tlaquepaque es particularmente grave, pues correrán 30 días para evaluar la situación y “capacitar a los policías”, hasta que se nos olvide lo que pasó… con lo que se reitera la incapacidad del nivel superior de gobierno para contener el problema. En Jalisco hay 14 corporaciones intervenidas, aún no se olvida lo que pasó con los italianos desaparecidos en Tecalitlán y cuyo último contacto fueron los policías municipales. Esta misma semana se dio a conocer el hallazgo de nuevas fosas, cuerpos desmembrados y abandonados en el corazón de la colonia Morelos de la capital, al grado que parece normal que eso suceda y tan natural que no se resuelvan los casos que día a día se van sumando.

Para rematar y casi como burla, la Suprema Corte de Justicia de la Nación “permitirá a las fuerzas armadas y corporaciones policiacas inspeccionar personas y vehículos, sin orden judicial”… confiados en el criterio de policías que con sólo “tener sospecha… o flagrancia”. ¡Lo que nos faltaba! Los mismos que desaparecen personas, ahora podrán detenerte, venderte al crimen organizado o retacarte en una fosa clandestina.

FV/I