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Métodos en riesgo

(Foto: Imago7)

El lunes el director deportivo del Club Guadalajara, Francisco Gabriel de Anda, reconoció que el técnico Matías Almeyda está inquieto.

No sólo es una inquietud menor, está severamente preocupado. Lo debe estar más con las bajas recientes de Oswaldo Alanís y Rodolfo Cota, además de que no se vislumbra el fichaje de un refuerzo de peso.

Ya el técnico rojiblanco había advertido que el equipo requiere refuerzos para no exhibirse en tres eventos en los que participará en el siguiente semestre (liga, copa y Mundial de Clubes).

Y más porque ahora la directiva, en voz de Francisco Gabriel de Anda, lanzó la exigencia de que el objetivo primordial será clasificar a la Liguilla en el Apertura 2018 para así llegar con más ritmo futbolístico a la cita del 12 de diciembre en Emiratos Árabes Unidos.

Al comprometer al grupo a entrar a la fiesta grande del futbol mexicano implica que los jugadores involucrados deberán estar listos para jugar más partidos y que por cuestiones de calendarios distintos se encimarán con el del certamen internacional.

Pero aun cuando el director deportivo aclaró que no hay ultimátum de parte de Almeyda para que le contraten refuerzos experimentados ante otras bajas que se puedan registrar, sí hay una inquietud sobre lo que se pretende y lo que en realidad se puede lograr.

Por ahora Gabriel de Anda dijo que no contempla un plan B en caso de una salida repentina de Almeyda.

Lo cierto es que una eventual renuncia del técnico argentino podría generar un impacto de grandes proporciones en un grupo de jugadores acostumbrados a su forma de entrenar y de conducirse con ellos durante más de dos años.

Algunos de los rasgos más evidentes en la era de El Pelado ha sido su cercanía con los jugadores más jóvenes de las fuerzas básicas, no sólo para debutarlos sino en la parte personal a quienes aconseja en la manera de manejarse fuera de la cancha.

Almeyda no solamente suele mostrar un lado noble, sino también exigente en la disciplina como sucedió en el caso de Hedgardo Marín, quien fue relegado del primer equipo durante un tiempo, o Marco Granados, el primer jugador que debutó Almeyda y que fue puesto transferible posteriormente en 2016.

Más allá del discurso de su creencia en la capacidad del mexicano que para sus detractores es un verso con la intención de alcanzar la Selección Mexicana, en verdad sus dirigidos han conectado con sus palabras y sus acciones, algo muy similar a lo que consiguió César Luis Menotti con el Tricolor, o Jorge Valdano en su primera temporada con el Real Madrid.

Por lo tanto, un posible cambio en el timón será arriesgado previo a un semestre de múltiples compromisos para sanar las heridas de dos torneos en los últimos lugares.

JJ/I