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Jueces nuevos renunciando
Porque nos la quitaron
Los vecinos del cerro del Tajo ya viven su pequeña guerra por el agua, aparentemente motivada por una decisión de la administración municipal de Tlajomulco, en los años que la encabezó el hoy gobernador, Enrique Alfaro Ramírez, de ratificar al desarrollador de El Palomar, Vicente Chalita, el uso de los pozos que dotan agua al asentamiento más antiguo, que data de los años setenta del siglo veinte, para abastecer la nueva etapa que iba a construir de su proyecto inmobiliario, el fraccionamiento conocido hoy como El Cielo.
El conflicto ha derivado de la declarada escasez de agua que padecen en este momento los residentes de El Palomar. Su condición de fraccionamiento residencial con algunas de las Ageb (área geoestadística básica) más opulentas económicamente del Área Metropolitana de Guadalajara, no los ha salvado de deber esperar en lista, las pipas de agua con que la administración pretende paliar su sed. No es extraño: la ubicación de esta montaña, geológicamente parte del bosque La Primavera, corresponde a la cuenca de Toluquilla, donde la Comisión Nacional del Agua (Conagua) mantiene desde hace al menos 15 años, una política de no otorgar nuevas concesiones de agua profunda, pues el abatimiento de los pozos existentes ha sido calculada en 72 millones de metros cúbicos anuales.
No obstante que el 23 de mayo de 2011, cuando se firmó el contrato de compraventa con reserva de dominio (entre el Ayuntamiento que encabezaba Alfaro Ramírez y México Inversiones SA (MISA), la restricción de la Conagua ya estaba vigente; pero la administración no lo consideró cuando revisó el convenio del 19 de enero de 2006 (cuando era alcalde Andrés Zermeño), en que MISA cedía “parcialmente” el título de concesión (fechado a su vez, el 1 de junio de 2001) “correspondiente a la explotación y aprovechamiento de los pozos identificados como 01 y 02 del fraccionamiento El Palomar, mismo que ampara un volumen de 574 mil 720 metros cúbicos anuales para ser utilizados para dotar de agua exclusivamente al fraccionamiento El Palomar”, mientras MISA conservaba a su favor “la cantidad [sic] de 500 mil metros cúbicos anuales del citado título de concesión original con el objeto de destinarlos para proporcionar el servicio a las zonas denominadas B y C del fraccionamiento señalado”, a la postre, El Cielo, en la parte más alta de esa montaña.
El convenio ratifica esa disposición y plantea cumplir con la adquisición de una serie de inmuebles por parte del municipio, por una cantidad superior a 16 millones de pesos. Además, otorga 5 mil metros cúbicos mensuales de los pozos 1 y 2 “para las zonas conocidas como B y C (actualmente El Cielo Country Club), bajo condiciones de costo que fije la Ley de Ingresos del año que corresponda…”. No se aclara en el documento si esa agua se descuenta de los 500 mil m3 o es extra.
También permite el uso gratuito de las aguas residuales de las colonias Tulipanes, La Tijera y las tres secciones de El Palomar, para irrigar, previo tratamiento primario, el campo de golf.
Lo cierto es que el agua no sobra en la zona y los vecinos se han movilizado. “Queremos saber por qué año con año tenemos sequías en El Palomar mientras nuestros vecinos no tienen desabasto; uno entra a El Cielo y ve todo verde; por ejemplo, Paseo de las Cumbres es una de las zonas donde a las casas les va peor, pero si cruzas la barranca, hacia El Cielo, ves casas llenas de verdor, y eso nos hace preguntar, ¿de dónde saca el agua El Cielo? La autoridad nos asegura que tienen sus redes hídricas, pero nosotros denunciamos que El Cielo está creciendo de forma desmedida, y el agua disponible no alcanza ya”, dijo Emanuel Arriero, uno de los líderes de la comunidad vieja.
Si bien hay permisos anteriores, consideran los quejosos que la factibilidad de agua no se debió otorgar. Po eso, las medidas anunciadas por Tlajomulco serían solamente un paliativo. “Las autoridades señalan la necesidad de perforar más un pozo, de arreglar tuberías, de poner medidores y bombas nuevas, y según eso con eso nos llegará más agua. Pero coincidimos en el comité de agua en el que participo, que el problema debe verse de una manera más profunda, con soluciones de largo plazo. Los ayuntamientos reconocen sobreexplotación del acuífero, pero no vemos acciones claras, por lo que la demanda central es pedir que se dejen de expandir las secciones nuevas de los fraccionamientos, porque el agua no va a ajustar”.
da/i