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Seguir en Europa, el cielo para Vizcaíno

Premios. Las más recientes medallas obtenidas por Vizcaíno en el Global Dance Challenge en Vancouver este mismo año. (Foto: Especial)

Durante su joven trayectoria y desde 2008, cuando era apenas un niño, José Ángel Vizcaíno ha participado en más de 30 concursos y certámenes de danza clásica a nivel internacional. En muchos de ellos ha ganado. En muchas de ellas también ha conseguido oportunidades con las que ni siquiera había comenzado a soñar.

Este año, por ejemplo, ganó dos medallas de oro en el concurso Ballet Beyond Borders en Los Ángeles y dos de plata en el certamen Global Dance Challenge en Vancouver. Las obtuvo en el verano, en una pausa que tomó de sus clases en la prestigiosa escuela de ballet John Cranko en Stuttgart, una ciudad pequeña al norte de Alemania, donde tiene una beca completa y estudia danza durante casi 10 horas al día.

Tiene 18 años. Cuando comenzó a bailar era apenas un niño y como todos los chicos que practican ballet, recibió comentarios hirientes respecto a que esta disciplina es cosa de niñas. Todo comenzó en el Centro de Guadalajara, en la colonia Ladrón de Guevara, en una academia de dos salones donde a las cuatro de la tarde niños y niñas en zapatillas suaves, mallas y leotardos revolotean de un lado a otro en una especie de plaza comercial aprendiéndose sus coreografías. Ahí donde la legendaria Doris Topete fue su maestra, aprendió las nociones básicas y la exigencia de la disciplina que sería crucial para convertirse en el joven prodigio que hoy es.

Que el ballet sea o no cosa de niñas es algo que todavía le preocupa. Lo reitera continuamente: “Cuando llegué a Alemania me di cuenta que lo que había aprendido aquí era un poco afeminado, porque todas mis compañeras eran niñas. Allá me corrigen todo el tiempo por eso, hasta que aprendí. Te piden que los movimientos sean más masculinos, con más presencia masculina, como de hombre… para los que dicen que el ballet es para las niñas deberían ver cómo se les pide allá a los bailarines que sean más masculinos”, dijo en entrevista con NTR. Tenía apenas 15 años cuando se fue y dijo que ese fue una de las lecciones más duras, sin contar el desempeño técnico en el que se le exige todos los días.

En una tarde de sus cortas vacaciones en México, donde aprovechó para visitar a la familia y comer algunos de los platillos tradicionales que le permite su estricta dieta, regresó a la academia y todos lo recibieron con cariño. Le apachurraron los cachetes y le señalaron lo mucho que había crecido. Le preguntaron sobre sus planes y él está seguro: el próximo año comenzará con la odisea de asistir a la mayor cantidad de audiciones posibles por toda Europa con la esperanza de quedarse de base en una compañía en donde consolidar y continuar con su carrera.

Enfoque. El joven tapatío espera continuar su carrera, ya de manera profesional, en alguna compañía de Europa. (Foto: Jorge Alberto Mendoza)
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Cuando le preguntan si le da miedo dice que no. Ya no tiene miedo: ahora está emocionado junto con sus otros compañeros de la escuela, algunos de ellos latinos, sólo otra de ellas mexicana, de Monterrey. Ningún otro idioma le da miedo. Después de lo que ha vivido está seguro, dijo.

Regresar México todavía no está en sus horizontes, aunque está consciente de lo mucho que falta en nuestro país para consolidar el ballet y la enseñanza de ballet para los jóvenes talentos. “Aquí mismo en esta academia hay bailarinas muy virtuosas y muy dedicadas que pueden llegar muy lejos, en todo el país hay buenos bailarines, de eso estoy seguro. En cuestiones de enseñanza falta mucho y faltan más personas que vayan a ver ballet y conozcan a sus promesas”, dijo.

En Europa ha tenido la oportunidad de ver piezas de la compañía oficial de la John Cranko y dijo que le han conmovido, sobre todo cuando tiene la oportunidad de formar con sus compañeros parte del cuerpo de baile. En Guadalajara no recuerda haber visto muchas obras, más que Despertares, la gala de danza que organiza Isaac Hernández, por supuesto, pero tiene la confianza de que pronto los espectáculos que se presenten “estarán al nivel de nuestros bailarines”.

Él mismo sueña con presentarse en México. De hacerlo quisiera bailar El Quijote, pues dice que es su favorito.

El ballet definitivamente es para niños y niñas como él que han encontrado en la danza un tesoro. José Ángel lo describe como algo que se siente en el pecho cuando estás ahí arriba, algo que te hace sonreír, pero que al mismo tiempo te deja en trance, concentrado en los movimientos. Para convertirse en lo que es, una de las más grandes promesas del ballet mexicano, ha tenido que enfrentarse sólo a públicos gigantes de alemanes y europeos acostumbrados al ballet de más alta calidad. Se enfrentó a esa escuela, llena de profesores estrictos que apenas sonríen cuando dictan sus clases, que le exigen mejorar sin suavizar el tono.

Dura llegada

Cuando llegó a Stuttgart apenas sabía algunas palabras en inglés y nada en alemán, no tenía amigos, y su familia se había quedado a un océano y siete horas de distancia. “Hubo noches en las que terminé agotado y pensé que no podría seguir, que quería regresarme a mi casa… pero me aguanté, pensé ‘ya estoy aquí’ y lo mucho que he mejorado desde entonces es la prueba de que estaba en lo cierto”.

No es que no sienta miedo. Dice que las piernas a veces le tiemblan antes de salir al escenario, pero ahora mismo después de los retos que le han forjado no siente que haya un peso que no pueda aprender a cargar en sus hombros.

Lo que viene

José Ángel tiene una invitación para un nuevo concurso en Alemania para febrero, y también tiene ofrecimiento para una beca en Portugal

“Cuando llegué a Alemania me di cuenta que lo que había aprendido aquí era un poco afeminado, porque todas mis compañeras eran niñas. Allá me corrigen todo el tiempo por eso (…) Te piden que los movimientos sean más masculinos, como de hombre… para los que dicen que el ballet es para las niñas deberían ver cómo se les pide allá a los bailarines que sean más masculinos”

José Ángel Vizcaíno, bailarín

JJ/I