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Las líneas delgadas

 

En política hay líneas delgadas que muchas veces se cruzan sin darse cuenta. 

Aquí la ética se queda en suspenso, porque muchas veces se interpreta como debilidad o que quienes la piden son muy delicados, puntillosos, fijados, estrictos, mala leche, quisquillosos, en fin, muchos calificativos que pueden usarse contra periodistas cuando hacen señalamientos por fijarse en esos detalles. 

Y hoy voy a hacer uno de ellos. En el Congreso local suele ocurrir que los diputados locales se convierten en los dirigentes de sus partidos políticos, y eso no tendría mayor problema si no fuera por el tipo de comisiones que pueden encabezar. 

En este caso me refiero al emecista Ricardo Rodríguez Jiménez, actualmente delegado nacional con funciones de coordinador estatal de Movimiento Ciudadano y titular de la Comisión de Hacienda y Presupuesto, de quien llama la atención que aún no ha dejado la titularidad de la comisión y que puede prestarse a cruzar estas líneas delgadas. 

Esta comisión propone el presupuesto que va a ejercer el gobernador en turno, tomando como base la proyección que se hizo desde el Ejecutivo o las deudas que rebasan los periodos de gobierno, y también decide los cambios a las leyes de ingresos de los municipios. Esto no tiene nada de extraño si no fuera porque a Rodríguez Jiménez le toca no solamente apoyar al mandatario estatal, Enrique Alfaro, sino que también lleva sobre sus hombros la visión y los intereses de su partido. 

Aún no le toca hacer el dictamen presupuestal con esta camiseta, y estamos a pocos meses de que ya lo tenga que hacer, y no sería conveniente que estuviera jugando en tantas canchas al mismo tiempo. 

Hoy en la comisión está la propuesta de votar un acuerdo interno que autoriza precisamente al presidente de ésta a fijar la fecha y la hora de las comparecencias mensuales del secretario de Hacienda, Juan Partida, y que deben de convocarse por lo menos 72 hora antes a los integrantes de la comisión; y aquí es donde las líneas delgadas se cruzan, porque obviamente al momento de decidir cuándo convocar a este tipo de comparecencias obligatorias lo hará desde su visión como dirigente naranja, no como un simple diputado. 

Seguramente decidirá pensando los momentos más idóneos para el partido y para el Ejecutivo emanado de este instituto político, y aquí los intereses políticos aumentan. 

Y no quiere decir que esto no se hiciera el año pasado o meses atrás, siempre se toca la puerta, pero ahora hay formas que cuidar: ya trae puesta la camiseta naranja y no es conveniente que esté jugando en todas las canchas sin reparar que hay intereses políticos partidistas que puede usar en contra del actuar y ser del Congreso local. 

Se había escuchado que podría darse un cambio en esta comisión, y no se ha hecho. Quizás puedan echarle la culpa a la pandemia por Covid-19, que volvió a aletargar los trabajos legislativos. Este cambio es urgente para evitar los malos entendidos o, mejor dicho, las malas jugadas, aunque a quien pongan obviamente será un soldado fiel a la causa naranja y tocará las puertas tanto del diputado saliente como en el palacio de enfrente, pero hay formas que se deben cuidar, esas líneas delgadas que para muchos pueden parecer de poca importancia. 

Este tipo de acciones son de las que no se regulan ni en reglamentos ni en leyes orgánicas, y es buen momento para poner el ojo en qué restricciones inconvenientes pueden generarse si un dirigente político es al mismo tiempo diputado local. Aunque será un tema que no quieran analizar a profundidad o discutir, porque son esos asuntos que pueden ser usados en su contra alguna vez. 

Éste es un solo ejemplo de lo que pasa, pero hay muchos más que deberían definirse para evitar cruzar fronteras. En política hay líneas delgadas que muchas veces se cruzan sin darse cuenta. 

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jl/I