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Fundamentalismos

La época en que vivimos se da un resurgimiento de los fundamentalismos, los hay sean de izquierda como de derecha, y los sociólogos a sus ideólogos y seguidores les llaman ultras. 

En América Latina, el fundamentalismo cristiano está vinculado a iglesias evangélicas, que triunfan por su “flexibilidad y su elemento emocional y catártico, que conecta con la gente”, y tiene menos presencia en la Iglesia católica, por el trabajo pastoral que se desarrolla en las comunidades eclesiales de base. 

Las iglesias evangélicas protestantes están transformando la política como ninguna otra fuerza. Le están dando a las causas conservadoras, en especial a los partidos políticos, un nuevo impulso y nuevos votantes. 

Desplazaron a la Iglesia católica que tuvo el predominio de la religión hasta la década de los 80. Al catolicismo sólo lo desafiaban el anticlericalismo y el ateísmo. Nunca había habido otra religión. 

Hoy los evangélicos constituyen casi 20 por ciento de la población en América Latina, mucho más que el 3 por ciento de hace seis décadas. En algunos cuantos países centroamericanos están cerca de ser la mayoría. 

Políticamente inquietan porque están alimentando una nueva forma de populismo. A los partidos conservadores les están dando votantes que no pertenecen a la élite, lo cual es bueno para la democracia, pero estos electores suelen ser intransigentes en asuntos relacionados con la sexualidad, lo que genera una gran polarización cultural. 

Brasil es un ejemplo del aumento del poder evangélico en América Latina. La bancada evangélica, los noventa y tantos miembros evangélicos del Congreso, desempeñaron un papel importante en la destitución de la presidente Dilma Rousseff y cerraron exposiciones en museos. Un alcalde evangélico fue electo en Río de Janeiro, una de las ciudades del mundo más abiertas con la comunidad homosexual. Sus éxitos han sido tan ambiciosos que los obispos evangélicos de otros países dicen que quieren imitar el “modelo brasileño”. 

Según el Observatorio del CELAM, la ideología de los pastores evangélicos es diversa, pero en términos de género y sexualidad por lo general sus valores son conservadores, patriarcales y homofóbicos. 

Esperan que las mujeres sean totalmente sumisas a sus esposos evangélicos. 

A inicios de su pontificado, el papa Francisco afirmó en una entrevista concedida al semanal católico Tertio: “Todas las religiones tienen grupos fundamentalistas. Todas. Nosotros también”. Siempre hay un grupito en las religiones que “destruye desde su fundamentalismo”. 

Francisco alienta e impulsa el trabajo de los laicos en el campo de la participación política y subraya también la diferencia entre la laicidad y el laicismo, pues este último “cierra las puertas a la trascendencia: a la doble trascendencia, tanto la trascendencia hacia los demás como, sobre todo, la trascendencia hacia Dios”. 

La socióloga de la religión Mar Griera y el teólogo Víctor Codina han advertido del aprovechamiento que hace la extrema derecha del cristianismo para difundir su mensaje y han analizado el fundamentalismo cristiano que fomentan dirigentes como Donald Trump, Jair Bolsonaro o Jeanine Áñez en Bolivia. 

El teólogo Víctor Codina explica que la instrumentalización del cristianismo “aporta seguridad a la extrema derecha” para justificar un discurso de “pensamiento único, vertical, sin diálogo y machista” y pone el ejemplo del político italiano Matteo Salvini, que habló en contra de los migrantes “rosario en mano”. 

Sociológicamente los fundamentalismos ya sean de izquierda o de derecha surgen en momentos de miedo y cambio social, y se presenta en todas las religiones, y se enfocan en cualquier movimiento que cuestione principios aceptados en ese momento. En México el trabajo pastoral desde la doctrina social de la iglesia ha incidido en disminuir el fundamentalismo entre los católicos. 

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