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Brandon, el niño y su arte en la piel

(VALIENTE. Desde hace 19 meses, cuando inició la contingencia sanitaria y el confinamiento, su curiosidad aumentó y se atrevió a decirle a su padre que lo dejara ayudarlo. Foto: EFE)

Brandon tiene sólo 11 años y, siguiendo el oficio de su padre, se ha convertido a tan tierna edad en un tatuador en Puebla, plasmando su arte y creaciones en la piel de quienes se ponen bajo su aguja.  

Con casi 2 años de experiencia, el menor compartió que ha realizado ya una veintena de tatuajes. Entre estos, destacó un cráneo que le realizó a su padre y mentor, luego de que este le hiciera prometer que no bajaría su rendimiento escolar.  

Desde los 9 años comenzó a preparar la mesa de trabajo con todos los materiales necesarios para poder realizar los tatuajes. Después, comenzó a hacer plantillas o diseños especiales en papel, adaptándolos al gusto de sus clientes.  

“Me gusta mucho dibujar y mi papá trabajaba y a mí me interesaba mucho, me llamaba mucho la atención. Me empecé a meter (en el estudio) y lo ayudaba. Comencé armando mesa y esténciles, hasta que un día tuve la oportunidad de decirle que si me podía enseñar”, contó.  

Brandon relató que, desde hace 19 meses, cuando inició la contingencia sanitaria y por ende el confinamiento, su curiosidad aumentó y se atrevió a decirle definitivamente a su padre que lo dejara ayudarlo.  

Asegura que él ha recibido apoyo de sus tíos y de amigos de ellos, debido a que le “prestan” sus cuerpos para que le sirvan de lienzos y así practicar las diferentes técnicas.  

Y lo mejor, subrayó, es cuando se van satisfechos de lo que pudo plasmar en cada parte del cuerpo.  

“Mi primer tatuaje fue el más nervioso, después me empezó a gustar y se me quitó lo nervioso. Me gusta cuando empiezo a tatuar, me entretengo”, señaló Brandon.  

El pequeño tatuador sueña con mantener esta actividad, a pesar de que también anhela con enrolarse a la Secretaría de Marina o estudiar una carrera universitaria para desarrollarse como persona.  

El padre del menor y tatuador profesional, Jesús Burgos, refirió que para él tatuar es su pasión y un trabajo para sacar adelante a su familia.  

Jesús, que es padre soltero, explicó que su hijo, antes de tomar una aguja de tatuar por primera vez, empezó dibujando frutas. Era una naranja a mano alzada en la que ya reveló cierto talento.  

Después practicó con piel sintética.  

Michelle, una de sus clientas, platicó que desde que comenzó a tatuarse lo hace con Jesús, porque le gusta su estilo y talento con la aguja.  

Sin embargo, un día llegó al estudio y vio cómo Brandon trabajaba con una persona, le dio curiosidad y dijo que algún día se haría uno con él.  

Ahora que tuvo la oportunidad, compartió que tiene una mano ligera, que trabaja muy profesional y tiene mucha paciencia para crear línea por línea.  

jl/I