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Jueces nuevos renunciando
Porque nos la quitaron
Pablo Lemus –político estridente por naturaleza– se encuentra hoy frente al escenario más complejo de su joven carrera política. Y no es para menos: lo que está en juego es la gubernatura de Jalisco. El silencio que ha rodeado al alcalde de Guadalajara respecto al cada vez más visible enfrentamiento dentro de Movimiento Ciudadano no es casual.
Lemus ha optado por mantenerse al margen de la disputa que se ha ahondado en las últimas semanas; sin embargo, hace tiempo que se decantó por uno de los dos bandos. Las marcadas diferencias que existen hoy entre, por un lado, Dante Delgado y Samuel García, y, por el otro, Enrique Alfaro y Clemente Castañeda, también tienen su origen en las aspiraciones políticas del alcalde.
Todo conflicto se sustenta en resultados (outcomes) y en la forma de procesarlos. Pues bien, las señales parecen indicar que la tensión actual dentro de la cúpula de MC tiene que ver con el estado real del partido más que con el apoyo o no a la candidatura de Xóchitl Gálvez o con la posibilidad de ir solos en 2024.
Dante Delgado abandonó la encomienda de posicionar a MC como una tercera alternativa frente a Morena y la alianza opositora y de competir en elecciones locales tan importantes como las del Estado de México; con ello, desfondó la marca.
Después de eso, Dante se ha empecinado en mostrar, una y otra vez, que él es el dueño de la franquicia, pero parece olvidar que las estructuras y maquinarias para lograr votos las tienen otros actores.
Bajo estas condiciones, el escenario en Jalisco se ha conformado de la siguiente manera: Lemus quiere ser gobernador de Jalisco y tiene el apoyo político de Dante Delgado y de otros actores menores del emecismo nacional. Enrique Alfaro es el actual gobernador y el alcalde no es su primera opción, sin que esto signifique que tenga cancelada la posibilidad de llegar a serlo. La primera opción de Alfaro (aunque no la única) para sucederlo en el cargo es el senador Clemente Castañeda, ex líder nacional de MC y una figura de mucho mayor arraigo al interior del partido.
Pablo no es el primero en la lista de Alfaro porque la ruta que ha seguido desde que ganó su primera elección en Zapopan ha sido, precisamente, la de distanciarse y diferenciarse del proyecto que lo llevó a su primer cargo público. El primer edil de Guadalajara ha acompañado esa rebeldía con una estrategia de comunicación muy intrépida y divertida. Su comunicación le ha generado activos importantes y lo ha vuelto popular, sin mucha sustancia, pero sí muy conocido. Sin embargo, su rebeldía al alfarismo podría, en la medida en que se acerque la fecha de las definiciones, cobrarle factura.
Clemente Castañeda, aunque menos popular, ha sido más estable y constante en su actuación política: no ha dejado lugar a dudas sobre su origen y pertenencia y eso, dadas las condiciones actuales, podría tener mayor valor.
El senador no se ha tenido que esforzar para mostrar su afinidad, visión e intenciones, porque siempre han estado ahí y, por ello, no está obligado a guardar silencio. Desde que presentó su cuarto informe de actividades en septiembre de 2022 su nivel de conocimiento se ha incrementado a la par que su mayor presencia en el escenario local y, recientemente, gracias también a la exposición que ha tenido como actor principal en el affaire naranja.
Es previsible que la transición de 2024 dentro de Movimiento Ciudadano no sea tersa. Ante una ruptura con la cúpula nacional, Enrique Alfaro no tendrá más remedio que jugársela con los perfiles de su confianza para mantener vigente su único proyecto político, considerando que ya ha declinado la posibilidad de jugar otra carta. En resumen: en la medida que el alfarismo se atrinchere en Jalisco, Pablo verá reducidas sus posibilidades de ser gobernador, a pesar de todos los silencios que pueda guardar.
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jl/I