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Mentiras

En los últimos seis años hemos escuchado muchas afirmaciones alejadas de la verdad, que se han intensificado en las semanas recientes. Desde Palacio Nacional han sido lanzados al aire infundios acerca de diversos temas, algunos de ellos han puesto en riesgo la seguridad de las personas involucradas.

López Obrador es un mentiroso compulsivo y ha faltado a la verdad desde hace muchos años –por lo menos desde el 2000, cuando inició sus campañas para puestos de elección–, calumniando a personas e instituciones, recientemente con el objeto de desviar la atención pública de temas que no le conviene que se conozcan.

Un ejemplo son los enormes presupuestos destinados a sus caprichosas obras, que han rebasado por mucho los costos originalmente proyectados, y cuya información ha sido clasificada como de “seguridad nacional” y ocultada sin una justificación realista.

Otras muestras de ello son los escándalos de corrupción en los que está inmiscuida su parentela: hijos, hermanos, primos, sobrinos y hasta amigos y compadres, quienes han usado su influencia y cercanía con el Ejecutivo para obtener, dinero o negocios, mediante la concesión de contratos diversos como proveedores en el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas o el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.

AMLO ha hecho uso de falsedades también para atacar y desprestigiar a aquellos líderes de opinión que lo critican y se dicen públicamente desilusionados de la llamada cuarta transformación –así, con minúsculas–, por los desfiguros y ocurrencias del presidente y sus seguidores, que no admiten razones que los contradigan. Víctimas de todo esto han sido senadores, diputados, líderes empresariales y de organizaciones sociales, académicos e investigadores cuyos nombres sería largo mencionar ahora.

Los medios de comunicación se cuecen aparte.

A lo largo de la administración de López Obrador sólo la han librado aquellos que le funcionan como caja de resonancia de sus caprichosos proyectos y sus, a veces, desmesuradas declaraciones. Para aquellos que le son afines, hay inversiones publicitarias –aunque él asegura que eso se acabó, pero, como dicen, el dinero no se puede ocultar–, no hay amenazas contra sus concesiones ni son exhibidos públicamente en las mañaneras. En cambio, los que son críticos y ponen en evidencia sus pifias reciben de AMLO y su gabinete todo lo contrario.

Los periodistas y comunicadores que han sido detractores del presidente son exhibidos con infamias en las mañaneras, en especial en el reporte que presenta los miércoles acerca de lo que, según él, son mentiras difundidas por ellos. Así, hemos visto muchos intentos de desprestigiar a conocidos profesionales de la comunicación, que cuentan con años en la actividad periodística y tienen una sólida reputación. Alguno de estos colegas, incluso, fue víctima de un atentado, al parecer motivado por los hostiles señalamientos vertidos en las mañaneras por Andrés Manuel López Obrador.

Se dice que el sentido común es el menos común de todos los sentidos y es cierto, tanto, que las alocuciones cotidianas hechas por AMLO, plagadas de infundios y falsedades, son una sinrazón más que debería ser evidente para todos los mexicanos cuando tomen su decisión el próximo 2 de junio.

Así sea.

X: @benortega

 

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