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El sacro olor a tinta, 'versus…'

Los exiguos 1200 puntos de venta de libros (que no son librerías, aquí se incluyen las papelerías, los puestos de periódicos y las secciones de supermercado); el dominio de los grupos transnacionales en casi todas las áreas editoriales y sobre todo en el bíceps del sector (el libro de texto) cuyas ventas al Estado no son altas, son copiosas; una cámara de editores que dice querer, pero no puede representar a todos; una alianza de independientes que trabaja a duras penas y tampoco puede representar a un centenar de sellos; un rosario a veces penoso de ferias municipales e internacionales de membrete que satisfacen a medias las demandas de los lectores; la feria de Guadalajara, mitad milagro y mitad espejismo; una ley del precio único disfrazada de carta de intención y su reglamento ausente para esa letra muerta que se dice ley (¡oh, impunidad, cómo campean tus descuentos y precios especiales!); organizaciones de libreros para un lado y para otro; un Estado maltratador de los propios y obsequioso con los ajenos, incapaz de pensar en el libro como sector económico estratégico; 7 mil bibliotecas tan verosímiles como las 11 mil vírgenes; y los lectores, abandonados a la gracia del azar, sin casi guías ni revistas ni suplementos… Así, el mundo del libro en México, como en la Fiesta de San Martín de Bruegel el Viejo.

Y los editores, sobre todo los nuevos, que surgen donde antes brotaban los poetas, es decir, al levantar una calcita, son tan osados como fetichistas, pues adoran el sacro aroma de las celulosas combinadas con las tintas de impresión (aunque sean benzopirenos policíclicos aromáticos, obviamente cancerígenos). Muchos de ellos no se plantean más que repetir las fórmulas de los maestros de la generación de los 50, los 60, y así… publicar como los que usaban la coa.

Colegas los hay también que están al día y son los que fueron a Contec, un minicónclave organizado por la Feria de Fráncfort para mostrar empresas que exploran con éxito no sólo otras maneras de hacer libros (ebooks y audiolibros) sino de venderlos en canales no convencionales como el teléfono que nos acompaña noche y día y promoverlos para que lleguen directo a quien lo desea. Ante una realidad desastrosa, las únicas vías son cruzarse de brazos o aplicarse en la innovación tecnológica.

@LibracoFP

JJ/I