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Clausura del amor regresa a temporada

Protagonistas. Erandi Rojas y Andrés David intepretan a dos personajes de quienes sólo sabemos que están terminando su relación en escena, con las palabras más hirientes, minimizando lo que fue todo un mundo para el otro, no escatiman en crueldades. (Foto

Entre otras cosas, la ventaja de volver a poner una obra en temporada es lo que ocurre con un discurso que ha sido abordado ya varias veces y cómo se transforma y cómo cobra sentidos distintos. Esto pasará este sábado con la puesta en escena Clausura del amor, de la compañía La Nada Teatro, que después de haber arrancado con su temporada de estreno a principios de año volverá a ofrecer seis funciones en el Estudio Diana.

Esta obra que ya ha sido montada en otras ciudades por otras compañías, aquí es interpretada por Erandi Rojas y Andrés David; toman a dos personajes de quienes sólo sabemos que están terminando la relación en escena, con las palabras más hirientes, minimizando lo que fue todo un mundo para el otro, no escatiman en crueldades.

Se trata de una obra en que sobre todas las cosas prevalece la palabra y nos demuestra que el poder del lenguaje es más poderoso que cualquier otro elemento cuando se trata de las emociones: que las palabras pueden destruir un mundo entero.

El director de la puesta, Miguel Lugo, comentó que cada vez han hecho de la obra una propuesta más fresca, potente y poderosa.

“Estamos ante dos personajes que están escupiendo la idea de que el amor es para siempre; nos lleva a una discusión violenta, pero al mismo tiempo tierna en sus adentros, dolorosa. Es al mismo tiempo violento y entrañable que nos lleva a contestar la pregunta fundamental que luego ellos mismos se hacen ¿quiénes somos cuando amamos y qué somos entonces cuando ya no amamos?”, contó. “Es a través de la palabra como nos asociamos a la intimidad”.

El espectador está ahí, contemplando a veces impávido, incómodo, tenso, el desmorone de una relación que con varios años se lleva en una sola pelea todo lo bueno. Ambos actores discurren en monólogos largos, de casi media hora cada uno, donde atacan con sus mejores armas: las de él sin miramientos, llenas de resentimiento y de ironía, las de ella más finas, quizá por eso más letales, con bisturí. El amor y el respeto que hubo entre las dos partes, que además de compartir la casa, la cama y la paternidad de dos niños, compartieron también la escena, el teatro mismo.

Miguel Lugo señaló que en muchos sentidos la obra es también una manera de observar los arquetipos de la escena y cuestionarlos cómo estos dos amantes, convertidos súbitamente en enemigos, se cuestionan. Intentan a toda costa humillarse.

“Esto es lo bello del teatro”, dijo Lugo. “Que los espectadores reaccionan de una forma u otra. De tener la posibilidad de provocarnos. De volvernos vulnerables ante el discurso. Los actores después de poner el cuerpo y la voz terminan agotados, pero también el espectador, de estar experimentando de frente la catarsis y la contención”.

Sobre el trabajo actoral, el director dijo que el reto fue entrar al texto y entrar a los personajes sin prejuicios para entender la postura de ambos personajes como dos enemigos que se enfrentan.

“La obra, sin duda, exige la complicidad del espectador, su atención, su propia experiencia… el teatro, como el amor, es algo personal y no todos lo ven igual. Es difícil encontrar a alguien con quien compartirlo, creo que para nosotros también fue una manera de explorar el juego de la actuación y el arte”, dijo.

La temporada de la obra se desarrollará del 7 al 29 de julio los sábados a las 19 y los domingos a las 18 horas en el Estudio Diana a partir de hoy.

“Estamos ante dos personajes que están escupiendo la idea de que el amor es para siempre; nos lleva a una discusión violenta, pero al mismo tiempo tierna en sus adentros, dolorosa”
Miguel Lugo, director

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