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Entre la magia y la contaminación

El Centro Histórico de Tlaquepaque ya es Pueblo Mágico, o lo que es lo mismo, entra en la lista de un programa federal que busca empujar el turismo de ciertos destinos por sus atracciones particulares, pero lo triste de esta política pública es que se presta a la frivolidad, a la simulación y bajo una máscara de colores esconde profundos problemas que no se ocupan en resolver.

Esto es, la desigualdad, la inseguridad, los poderes fácticos del crimen organizado y la degradación ambiental se disfrazan bajo las letras de Pueblo Mágico para tener a cambio una imagen aceptable que invite a los turistas a visitarlo, en lugar de que, simultáneamente a la publicidad, se refuerce el combate a estos terrores comunes.

En el caso de Tlaquepaque, además de atravesar una profunda crisis delictiva con violencia desmedida, la contaminación atmosférica es otro problema crónico que no se puede tomar a la ligera.

Basta recordar que el municipio ostenta el récord metropolitano en polución, tan sólo el año pasado registró 219 puntos Imeca por concentración del gas ozono el 12 de junio 2017, lo que ameritó una contingencia atmosférica fase 2 que por primera vez se activó, y desde entonces (afortunadamente) no se ha vuelto a ver. Lo grave radica en que en el centro, además de los autos, existen giros industriales que fomentan la generación de este gas que eventualmente se dispersa hacia otras partes de la ciudad.

“Existe el conocimiento de que en Tlaquepaque es alta la falta de cobertura vegetal; tenemos islas de calor que son catalizadores que hacen que se transformen los precursores a ozono, de ahí que Tlaquepaque está liderando el escalafón de las estaciones que están fuera de norma”.

“Estamos viendo que se genera el ozono en Tlaquepaque y estamos viendo un movimiento hacia el sur también, Las Pintas y Tlajomulco”, dijo en ese entonces la directora de Calidad del Aire del gobierno estatal, Adriana Rodríguez Villavicencio.

En lo que va del presente año, el ahora Pueblo Mágico ha acaparado 23 por ciento de los episodios de mala calidad del aire activados en el Área Metropolitana de Guadalajara, esto es, precontingencias y contingencias, tanto en la estación Centro como en Miravalle.

¿A qué se deben estos estándares deplorables? A que Tlaquepaque es el segundo municipio con menor cantidad de arbolado proporcionalmente a sus habitantes, después de Guadalajara. Según el Instituto de Información Territorial del estado, 18 por ciento de la población tlaquepaquense vive en condición de carencia severa, textualmente, de áreas verdes, es decir, que tienen su vivienda en zonas donde les corresponden menos de cuatro metros cuadrados de parques o jardines a cada persona.

Estos vacíos de biomasa son directamente proporcionales a la calidad del aire que esas personas respiran; entre menos vegetación peor será la atmósfera a la que tendrán acceso.

A eso se suman las condiciones geográficas de Tlaquepaque. Si bien sólo fueron declaradas Pueblo Mágico 42 manzanas del Centro Histórico, bien vale la pena recordar lo que ocurre en Miravalle: por su cercanía con el Cerro del Cuatro, las emisiones contaminantes de autos, empresas y cementeras se estancan en esa zona del sur ocasionando una exposición crónica para sus habitantes, que sólo se vuelve peor en invierno con las inversiones térmicas. Prácticamente están expuestos 24/7 a muy mala calidad del aire.

Qué bueno que se reconozcan los atributos de los municipios como Tlaquepaque, su alfarería, su gastronomía y demás artesanías, pero que no por conquistar turistas se ignoren las pésimas condiciones ambientales que vive la gente del municipio, que es tan importante como quienes van de visita y generan gran derrama económica.

¿La declaratoria de Pueblo Mágico trae más transporte público, más apertura de parques, más cobertura de bicicletas públicas, más regulación para las industrias contaminantes, más reforestaciones técnicas? Si esta agenda no va a avanzar, de poco sirven las máscaras publicitarias.

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da/i