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Víctimas de feminicidio, vistas como propiedad

HALLAZGO. El estudio detectó que la única posibilidad que tienen los agresores de alcanzar “cierto bienestar subjetivo” pasa por la condición de dominar a la pareja. (Foto: Archivo NTR/JAM)

La mujer es percibida como una propiedad del feminicida. Por ello, cuando éste siente que puede perderla o que puede estar con otra persona, comienza la violencia. Esa es la principal justificación que agresores compartieron en entrevistas realizadas por los investigadores que elaboraron el estudio Cuando pasó lo que pasó.

“Como su pareja tenía que protegerla, amarla, cuidarla, mantenerla, darle todo. Por eso no la dejaba hacer nada y no iba a permitir que se fuera y me dejara, si yo había sido un buen esposo”, declaró uno de los feminicidas entrevistados y que ya fue sentenciado por el delito que cometió.

El estudio, elaborado por los investigadores María Eugenia Suárez de Garay, Paulo Octavio Gutiérrez Pérez, Mayra Carolina Huerta Vega y Anayanci Fregoso Centeno con el apoyo de la Secretaría de Igualdad Sustantiva entre Mujeres y Hombres (SISEMH), concluye a partir del comportamiento de los agresores que “la comprensión que tienen del ‘ser hombre’ es consistente con los modelos de identidad masculina, donde los deberes, las prácticas de autoridad y de fuerza de mando deben tener una contraparte en las mujeres, de fidelidad, respeto y reciprocidad que difícilmente puede sostenerse en relaciones de contextos económicos adversos, con expectativas no cumplidas, hijos de relaciones previas y conflictos diversos”.

Los testimonios recabados en la investigación confirman esta visión: “Yo no iba a dejar que ella me viera la cara de pendejo acostándose con otro. Si yo era su esposo, no su pendejo”, relató otro de los feminicidas, también ya sentenciado.

Otro de los agresores entrevistados señaló lo siguiente sobre sus motivos: “A mí me enseñaron que un hombre tenía que ser fuerte y mandar, y si ella no me respetaba o no me daba mi lugar, el hombre tenía que hacerse valer. Si tu esposa no te respeta en tu casa, entonces nadie te respetará”.

Para los investigadores, la única posibilidad que tienen los agresores de alcanzar “cierto bienestar subjetivo pasa por la condición de dominar a la pareja, frente a la imposibilidad de tener el más mínimo control sobre otros entornos, especialmente el laboral y el económico”.

Para la elaboración de este estudio se revisaron 22 casos de feminicidios y dos que se quedaron en intento. La intención fue conocer el contexto en el que se da la violencia extrema de género, por lo que también se incluyó a los agresores.

Tras hablar con los agresores, los investigadores señalan en las conclusiones que “los celos representan amenaza y vergüenza anticipada, les atemoriza la posibilidad de ser vistos como alguien que no se da a respetar. También temen ser un mal ejemplo para sus hijos. A la par de los celos operan juicios de valor sobre los comportamientos de las mujeres que hasta entonces habían sido normalizados, pero que, en circunstancias de crisis por celos, se convierten en defectos imperdonables”.

Dos de los casos revisados también estuvieron relacionados con el tráfico de drogas y en uno de ellos el feminicida señaló: “(Me dijeron que) ella andaba venadeándome, preguntando por mí para ponerme dedo y que me dieran y me metía en bromas. Ahora sí que era ella o yo y, mejor yo”.

Gabriel, ya imputado por crimen de motel 

Gabriel Alejandro G., el multihomicida de 20 años que el 6 de marzo asesinó a dos trabajadoras administrativas de la Universidad Tecnológica de Guadalajara (UteG), fue imputado el viernes pasado por un juez de control por el delito de feminicidio en agravio de otra mujer al interior de un motel ubicado en la avenida Agustín Yáñez, en la colonia Moderna de Guadalajara.

El crimen ocurrió el mismo día, horas antes, que el registrado en el plantel educativo.

De acuerdo con la carpeta de investigación, Gabriel Alejandro G. ingresó a las 13:50 horas al motel y pagó por una habitación, y posteriormente ingresó la víctima al mismo cuarto. Después el hoy imputado salió de la habitación solo y horas más tarde ingresó personal del motel, el cual localizó a la mujer sin vida; presentó diversas heridas por arma blanca.

Una hora y media más tarde de haber dejado el motel en el que asesinó a la mujer, el joven arribó a las instalaciones del plantel universitario privado ubicada en la colonia Olímpica y perpetró los asesinatos de las trabajadoras administrativas, además de herir a otro empleado. Por estos hechos ya fue vinculado a proceso por feminicidio y tentativa de homicidio calificado.

Debido a que la defensa del joven se acogió al término constitucional de las 144 horas que establece la ley, permanecerá en prisión preventiva oficiosa en lo que se resuelve su situación jurídica, lo que sucederá esta semana. Arnoldo Hernández

jl/I