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La verdad de los olvidos

Las transformaciones del sistema internacional son producto de un desafío a la historia; entendido como aquello que nos han contado y lo asumimos como una verdad totalizadora de los hechos. En esta lógica las luchas sociales son la conjugación de esfuerzos con miras a la visibilidad.

La conmemoración del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) nos ofrece la oportunidad de reflexionar y desafiar las estructuras del poder discriminatorio. En gran medida las dinámicas sociales de una comunidad son determinadas por las normas que la rigen, si éstas son excluyentes desde su concepción y formulación el subdesarrollo será siempre desigual.

Además de combatir la disparidad en materia de derechos y garantías, las luchas sociales buscan el reconocimiento pleno de la existencia política de la mujer, del indígena, del migrante y de todo sector de la población que fue ignorado en el diseño de las reglas que determinan la “funcionalidad” de una sociedad. En otras palabras, el 8 de marzo es un recordatorio al sistema internacional. Cuando damos las cosas por hecho y no actuamos para construir espacios incluyentes el futuro permanecerá anclado a la desigualdad perpetua.

Es urgente que la humanidad se reconcilie consigo misma. Las movilizaciones y las demandas populares son gritos de seres humanos que suplican que se les considere como tal. Simple en su concepción y complejo en su realización, el combate es un tema de recuperar la dignidad.

Pese a los esfuerzos inquebrantables de mujeres y hombres valientes que han alado la voz, la historia parece repetirse. Su repetición se debe a la incapacidad de la mayoría por escucharla y sobre todo analizarla. La sociedad no sólo padece de alzhéimer, sino que está inmersa en un estado de indiferencia que encuentra en el señalamiento, y no en la acción, un mecanismo reconfortante que nos despoja de nuestra realidad como ciudadanos.

Si aspiramos, como lo pretenden los objetivos de desarrollo sostenible (iniciativa impulsada por la Organización de las Naciones Unidas), a la construcción de un mejor planeta es inminente contemplar la construcción de nuestro futuro la participación de todos los actores, dígase mujeres, niños, indígenas, migrantes etc.

El 8 de marzo nos permite recobrar la esperanza en la rebelión desarmada. Es inminente buscar la verdad de los olvidos, derribar muros, cuestionar lo construido y proponer soluciones que integren lo que ha permanecido ignorado por los autores de la narrativa histórica.

GT