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Aguilar Camín recibe Medalla Bellas Artes

ACTO OFICIAL. Lidia Camacho, titular de Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), es la encargada de entregar la presea y encabezar la ceremonia. (Foto: Notimex)

A Héctor Aguilar Camín (1946) hay que agradecerle sus cuentos, sus novelas, su pasión por la historia y el periodismo; su faceta de editor, su espíritu de cronista de su tiempo, su sorprendente capacidad para atender ese puente de ideas entre el pasado y la realidad, para tratar de encontrar la brújula del futuro, aseguró Lidia Camacho, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), al entregar al escritor la Medalla Bellas Artes.

En la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la funcionaria dio lectura a un texto a nombre de María Cristiana García Cepeda, Secretaria de Cultura Federal, en el que destacó la personalidad y obra literaria del autor originario de Quintana Roo, quien estuvo acompañado por amigos, colegas y su esposa, la también escritora Ángeles Mastreta.

Camacho destacó que la obra de Aguilar Camín es parte de "nuestra biografía", por obras como Morir en el golfo, La guerra de Galio o bien, Adiós a los padres. "Aguilar Camín ha hecho de la escritura de ficción un compromiso: escribir bien y eso es la búsqueda de lo verosímil", aseguró.

El fundador de Ediciones Cal y Arena se ha dado a la búsqueda de la exactitud de las palabras y de la efusión de los recuerdos y "eso celebramos esta noche al entregarle la Medalla Bellas Artes, un reconocimiento a su obra y a sus años de hacer de las palabras un extraordinario placebo".

Por su parte, el escritor, periodista e historiador agradeció la presea y habló de dos obsesiones que ha tenido en la vida: la literatura y México.

En cuanto al primer tema, el Premio Nacional de Periodismo Cultural reveló haberse convertido en escritor para contar la historia de su casa, en una decisión que no fue artística, sino "una necesidad melancólica".

Para el autor, la historia de su casa tiene el resplandor de una pérdida y recobrarla de diferente manera en cada uno de sus libros ha representado una de las alegrías continuas de su vida: la alegría de escribir la vida para completarla. “Sin la literatura, sin las obras que he podido escribir, mi vida sería infinitamente más pobre de lo que es y más ignorante de sí misma”, dijo.

El autor de La decadencia del dragón abundó que se convirtió en escritor de la boca de su madre y de su tía, "por contagio de sus palabras, por extensión del vigor y de la alegría con que aquellas hermanas contaban una y otra vez la historia del regreso del loro desplumado que el ciclón se había llevado por los aires en Cuba".

“Me hice escritor para honrar y, en muchos sentidos, para repetir esas historias, aunque siempre mal”, recordó, y afirmó que comenzó a escribir a la edad de 15 años sin saber lo que buscaba, con la incertidumbre de que tarde o temprano llegaría al lugar de la epopeya que había en la boca de su madre Emma y su tía Eloisa.

Sobre México, Aguilar Camín consideró que el país está muy lejos de ser la nación próspera, equitativa y democrática que se propuso construir su generación.

“Hemos corrompido nuestra democracia, destruido nuestra seguridad, precarizado nuestra economía y salarios, hemos profundizado nuestra desigualdad. La historia de las equivocaciones colectivas de estos años es notoriamente más populosa que la de los aciertos".

“La responsabilidad mayor es de los gobiernos, pero también de sus oposiciones, de los malos hábitos y las pobres convicciones de la sociedad, de la baja calidad de sus medios, empresas, iglesias, intelectuales de su clase dirigente”, consideró.

Apuntó que el país que su generación heredará es inferior al que pudo construir equivocándose menos, y agregó que "no hemos sido los peores en esto de equivocarse mucho, pero eso no es un gran consuelo".

“Todos los de mi generación hemos estado por debajo de las oportunidades que la historia nos brindó y más por debajo aún de lo que nos propusimos y soñamos, hemos sido inferiores a lo que soñamos”, reconoció Aguilar Camín, quien se pronunció por renovar el contrato y cambiar al constructor, aliviar el pesimismo de la inteligencia con el optimismo de la voluntad.

Antes, Rafael Pérez Gay y Luis Miguel Aguilar elogiaron la obra literaria del homenajeado, al tiempo que hicieron un repaso sobre los orígenes de Aguilar Camín como escritor.

 

 

HJ/I