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Repaso al civismo

Dice el diccionario acerca de la palabra civismo:

1. Comportamiento de la persona que cumple con sus deberes de ciudadano, respeta las leyes y contribuye así al funcionamiento correcto de la sociedad y al bienestar de los demás miembros de la comunidad.

“La cultura es algo más que erudición, es algo que se vincula con el civismo, con el comportamiento ordenado y responsable dentro de la comunidad”.

Sinónimos: civilidad.

2. Preocupación y cuidado por las instituciones e intereses de una nación.

La definición viene a tema porque la clase política, de unos meses para acá, ha empezado a plantear que la materia de civismo y formación ética regrese a las aulas como otro medio de combate contra el delito. Recientemente lo han pedido el gobernador de Puebla, Antonio Gali Fayad, y el asambleísta de la Ciudad de México Juan Gabriel Corchado.

Gali Fayad incluso pidió a los 31 mandatarios que integran la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) que repliquen el programa de valores y el regreso de civismo a las aulas, impulsado en Puebla tras el incremento de la inseguridad y el robo de combustible en el estado.

Según el gobernador poblano, los huachicoleros comenzarán a ser menos conforme se inculquen de nuevo los valores en las aulas.

En la Ciudad de México, el asambleísta Corchado promueve una reforma a la Ley de Educación para reincorporar la materia de civismo en todos los niveles educativos y fortalecer una cultura de combate a la corrupción que ya es vista como una forma de vida y se manifiesta en el uso de diablitos para obtener energía eléctrica gratis, la mordida para evitar una sanción de tránsito y el acordeón o copiar en el examen. Pero no necesariamente son problemas exclusivos de la Ciudad de México.

Corchado también plantea que hace falta retomar la enseñanza de valores para que los niños y jóvenes dejen de hacer una apología del crimen organizado o, lo que es peor, verlo como una opción de vida.

Eso tampoco es un problema exclusivo. Es sabido que en los estados con más problemas de inseguridad por el crimen organizado los niños y jóvenes son los nuevos reclutas; en algunos casos también sus padres.

En el fondo, lo que plantean Gali Fayad y Corchado es que mucha de la descomposición social de hoy en día es porque se perdieron los valores, primero en la familia y luego en las aulas.

Más allá de los problemas extremos que ellos exponen, es un hecho que la ausencia de civismo se ve en el día a día en las propias escuelas, en la convivencia familiar, en la calle, en los parques, en los camiones urbanos, en los trabajos.

La falta de civismo está en tirar basura en las calles, en pasear al perro y no levantar sus heces; en no dejar el asiento a una persona adulta en un camión urbano y en la majadería de algunos choferes; en el lenguaje soez sin importar el cómo, el dónde y el ante quién o en la agresividad de los automovilistas.

Sobran las malas prácticas y faltan las actividades solidarias y desinteresadas a las que encamina el civismo.

Desde el punto de vista de una directora jubilada de la enseñanza primaria, la problemática actual no es solucionable con una materia escolar. El civismo debe ser una actividad formativa cuyos logros se deben medir en función de conductas mostradas dentro del aula, en el espacio familiar y social.

En pocas palabras, en una tarea así los padres también deben aprender y participar.

Hay que entrarle, subirse al civismo no viene mal, y bajarse del cinismo, tampoco.

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JJ/I