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Directo a la farándula

Dos episodios ocurridos esta semana en torno al polémico Donald Trump fueron quizás los más claros ejemplos de porqué la falta de seriedad, de enfoque y de veracidad del actual presidente de Estados Unidos lo hacen más un personaje de la farándula que el líder de la nación más poderosa del mundo.

Tal vez nadie le ha explicado que para tener cierta credibilidad en la política, o al menos no convertirse en el hazmerreír del mundo, tendría que evitar falsificar portadas de revistas para demostrar “su importancia” tal como se dio a conocer en días pasados, cuando un reportero que recorría las instalaciones de un complejo de golf propiedad del mandatario, se dio cuenta de que en las paredes de este se exhibía un supuesto ejemplar de la revista Time, con el actual presidente en la portada, pero al ver los detalles e investigar un poco se dio cuenta que ésta era falsa.

Además se supo que esta portada falsa está igualmente exhibida en otras cuatro de sus propiedades, lo que evidencia que el magnate tiene un interés tan especial por los reflectores, que incluso no le importa manipular la verdad con tal de colocarse en el centro de atención. Y es que si uno analiza este tema que parece algo muy simple y hasta cómico, la realidad es que es un reflejo de la personalidad ególatra de Trump, y por eso nos preguntamos ¿hasta dónde es capaz de llegar en su afán de ser el centro de la noticia?

Y la respuesta llega pronto, puesto que parece olvidar que es el presidente estadounidense para convertirse en un cruel y feroz atacante de cualquiera que lo contradiga, llegando a insultos viles que nada tendrían que ver con su investidura, tal como lo hizo en días pasados, cuando en una nueva rabieta insultó en Twitter a dos conductores de un programa de televisión, lo cual desató una oleada de críticas, incluidos los republicanos, quienes consideran que su comportamiento está muy lejos del que corresponde a un presidente, especialmente el lanzado en contra de Mika Brzezinski ya que la tachó de “loca con un bajo coeficiente intelectual” y de “sangrar por un estiramiento facial”, lo que parecen más los argumentos del conductor de un programa amarillista de televisión que los de un líder mundial.

Y es que evidentemente ya nadie puede defender a un hombre que utiliza Twitter como si fuera un basurero para descargar toda clase de porquería y de insultos.

Hay mucha presión para que se le cancele su cuenta a fin de evitar que siga poniendo en predicamento al gobierno estadounidense. Digamos que sería una forma de intentar esconder lo que para todos es evidente, y de tratar de borrar las palabras de quien parece que aún no se da cuenta de que ya no es el conductor de The Apprentice.

jessica [email protected]

JJ/I