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Necesitas un psiquiatra, amigo policía

Donde estuvieron esos policías que necesitaron ayuda psiquiátrica de emergencia es posible que esté uno de cada cinco de tus amigos. Quizás tú. De hecho, yo estuve ahí. Los padecimientos mentales son un mal quizás tan común como la diabetes, pero la mayoría de la gente no busca atención.

Las corporaciones policiales deben enfocarse en mostrar a sus elementos que la salud mental es crucial para ser servidores públicos aptos.

No necesitas estar al borde de la muerte para acercarte a un médico y pedirle que te ayude con aquello en tu cabeza que aplasta las emociones, aniquila, deseca. Sin embargo, culturalmente, hablar de psiquiatría sigue siendo tabú para gran parte de nuestra sociedad y, en muchos aspectos, hay policías que representan valores conservadores y conductas prototípicas de macho (no necesariamente machista) autosuficiente que todo lo puede.

Conozco policías y sé que como todas las personas sufren, se estresan, imprecan, hacen rabietas. Como uno. Mas el tipo de trabajo que desempeñan implica una gran responsabilidad, así como un estado de alerta continuo que requiere mantener los niveles de adrenalina y otras sustancias liberadas en el cuerpo cuando se está en situaciones de peligro o de gran estrés, lo cual desgasta la química cerebral normalizando ciertos patrones de producción de sustancias que pueden causar desde ligeros insomnios hasta episodios de intento de suicidio o de ataque a otras personas.

No soy experto en psiquiatría, pero he vivido años de tratamiento que me permiten llevar una vida en paz conmigo mismo y con mis circunstancias.

Es frecuente que los pacientes psiquiátricos pasemos por periodos de negación, abandonamos el tratamiento y buscamos otras alternativas para enfrentar una depresión, un trastorno de ansiedad, un trastorno bipolar o incluso casos de trastorno de estrés postraumático: meditación, herbolaria, autodeterminación.

Todo contribuye a estabilizar la salud mental, pero habiendo bombas atómicas como los medicamentos, conformarse con la artillería de las otras técnicas es osado, posiblemente fútil.

Hay quienes padeciendo una enfermedad psiquiátrica se mantienen en control por su propia voluntad y sin ayuda de sustancias, pero son la minoría. Yo no pude. Podría decir que admiro a las personas que lo hacen, pero en verdad me dan tristeza, quizás sus energías serían mejor aprovechadas en otros proyectos si se dieran la oportunidad de seguir cierta prescripción de su médico.

Y ahí es precisamente donde no se les debe permitir a los policías fallar, porque de ellos depende la seguridad de la ciudadanía en muchos sentidos.

Un policía con problemas emocionales, que lo están sobrepasando en un momento crucial, puede cometer errores como maltratar a un detenido para descargar su frustración o quizás pasar por alto cierto riesgo para las personas.

Una crisis psiquiátrica de un policía es un síntoma de toda una serie de emociones reprimidas en toda la corporación, en toda la cultura organizacional; es muestra de que no hay una salud mental general adecuada. Muchos sí son aptos, pero en ese tipo de circunstancias, propias de la labor policial, es fácil que se contagie la insatisfacción, el embotamiento y otras emociones dañinas.

Es importante la atención que brindan las áreas especializadas en salud mental de cada una de las policías metropolitanas y de la fiscalía, pero se requiere todavía más atención para hacer evidente que el problema está ahí, que necesita tratarse, que no hay razón para apenarse de padecer una enfermedad mental, como no hay razón para apenarse de tener diabetes.

Ojalá que al menos todos tuvieran una sesión con un psicólogo una vez al año para hablar de su situación y detectar focos rojos.

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JJ/I