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Bombardeo de ‘spots’

El Instituto Nacional Electoral (INE) dio el banderazo de salida para las precampañas.

A San Juan Chamula y Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, viajó el abanderado del PRI, Verde y los que se sumen, José Antonio Meade Kuribreña; Ricardo Anaya Cortés eligió la Sierra Gorda de Querétaro para arrancar en el terruño, en tanto que Andrés Manuel López Obrador inició en el meritito centro, la Ciudad de México.

Los presidenciables forman parte de un esquema de 3 mil 406 cargos de elección popular a renovar.

Además de elegir a quien llegará a la Presidencia de la República habrá que votar por aquéllos a los que enviaremos a la Cámara de Diputados y al Senado, a nueve gubernaturas, congresos locales y ayuntamientos. Todo representa 80 por ciento de la composición política del país.

El 1 de julio de 2018 sumará datos a la historia política: se disputarán 629 cargos en tres elecciones federales y 2 mil 777 en 30 procesos locales en una sola jornada; en siete entidades jugará el voto de los mexicanos que viven en el extranjero y, por primera vez, en una elección presidencial podría aparecer en la boleta un candidato independiente (si es que alguno logró superar los obstáculos impuestos por el INE).

Los números parecen apabullantes, pero no son nada comparados con los 11 millones 184 mil anuncios en radio y televisión que los partidos políticos nos tienen reservados para promocionar a sus precandidatos y sus ¿propuestas?

A ésos hay que agregar los que tendrán las autoridades electorales y entonces los spots serán 17 millones 919 mil en los próximos 60 días.

De acuerdo con el INE, al PRI le corresponden 2 millones 852 mil anuncios en radio y televisión, mientras que el PAN podrá hacer uso de 2 millones 155 mil.

El PRD tiene derecho a emitir un millón 291 mil anuncios; Morena, un millón 79 mil; el Partido Verde, 958 mil; Movimiento Ciudadano, 889 mil; Nueva Alianza, 687 mil; Encuentro Social, 653 mil, y al Partido del Trabajo, 615 mil.

Si de sólo leer tanto número cualquiera se hace bolas y memorizar algún dato es casi imposible, imagínese el fastidio y hastío con el bombardeo de spots de aquí a las elecciones.

¿A qué ciudadano en edad de votar le sirve la saturación de propaganda electoral? Realmente a nadie.

No hace falta aplicar ciencia política para llegar a la conclusión de que la saturación de spots para lo único que sirve es para llevar al hartazgo, confundir y, en el peor de los casos, orillar a la indiferencia y con ello al abstencionismo. ¿Será estrategia?

Roberto Newel, director fundador del Instituto Mexicano para la Competitividad, escribió hace tiempo que las campañas negativas, de confrontación, son lo ideal para estimular la participación porque los votantes se hacen más exigentes y se informan para emitir un sufragio más razonado.

Pero en México vamos en sentido contrario y a la confrontación se le ha llamado juego sucio o campaña de lodo y, de hecho, el INE puede intervenir si considera que algún spot es negativo o calumnioso.

Entonces, los ciudadanos quedamos a merced de publicidad electoral que no aporta razones objetivas para determinar por qué sí se debe votar por tal o cual o por qué no.

Hace ya varias elecciones que en su propaganda, los partidos y sus abanderados apelan a la emoción con temas como la familia, el patriotismo y los valores, pero el resultado acaba siendo contraproducente: en lugar de convencer de que hay que votar y de ayudar a tomar una decisión fundamentada, de lo que quedamos bien seguros es de que todos los candidatos son iguales, de que no hay ni a cuál irle y que, en todo caso, lo mejor será votar por el menos peor.

Si es cierto que ahora la sociedad está más y mejor informada y es capaz de hacerse oír, en 2018 será la oportunidad de demostrarlo con un voto bien razonado, no emocional, y que sobreviva a la indiferencia.

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JJ/I