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Un año de incertidumbre con Trump

Se cumple un año de que Donald Trump llegó a la presidencia de los Estados Unidos. Durante su campaña, Trump no dejó de hacer anuncios contundentes sobre la construcción del muro en la frontera con México, prometió que se retiraría del Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte, porque a Canadá y sobre todo a México les beneficiaba, pero no a su país. En esos momentos, las brabuconadas de sus tuits parecían un recurso más de campaña, para atraer las simpatías de votantes potenciales.

A lo largo de un año en la presidencia de los Estados Unidos, Trump sigue como en la campaña: lanzando mensajes mañaneros sin mucho sentido o jerarquía, pero igualmente amenazantes. Un día anuncia al presidente de Corea del Norte que le va a dar una tunda nuclear, otro día reitera la amenaza de construir el muro que los mexicanos pagaremos, o afirma contundente que a Estados Unidos han emigrado delincuentes, lo peor de nuestro país o descalifica a sus propios funcionarios. En fin, sus mensajes tienen una pauta común: se trata de expresiones que responden a sus impulsos temporales, sin jerarquía o prioridad, exabruptos que reflejan más sus estados de ánimo que una visión coherente de cómo quiere gobernar a su propio país y cómo pretende relacionarse con otros países en el mundo.

Aunque el comportamiento errático de Tump también ha desconcertado a los estadounidenses, ese país tiene a su favor que los contrapesos entre el poder ejecutivo y los legisladores, funcionan. Sin lugar a duda, dentro del Congreso hay posiciones divergentes, pero se trabaja de manera coherente en el impulso de iniciativas, en propuestas que reflejan sí intereses de grupo, pero se logran y respetan los acuerdos, se toman decisiones con una coherencia que refleja el rumbo que los legisladores y las diversas fuerzas quieren dar a la política dentro de los Estados Unidos.

Además de los contrapesos en el Congreso, las disputas en torno a mantener el TLC o romper con el acuerdo, ha obligado a que gobernadores de estados importantes y empresarios que tienen una relación fluida con México, se pronuncien en el sentido de que es más conveniente renovar el acuerdo comercial y reforzar las relaciones con Estados Unidos, porque todas las partes se benefician. Por su parte, a los equipos de expertos negociadores no les resulta cómodo discutir sobre aspectos específicos y hasta conflictivos del acuerdo, llegar a buenas negociaciones y que posteriormente Trump, los descalifique con su falta de información y respaldo al trabajo de sus propios funcionarios. Las interferencias del presidente generan dudas sobre la consistencia y durabilidad de los acuedos.

Al interior de los Estados Unidos es probable que el abuso del poder del presidente, aunado a su ignorancia y a la reiterada descalificación de funcionarios de primera línea o expertos que trabajan para su gobierno, desanime a personas calificadas a seguir colaborando con su gobierno. El caso más reciente y lamentable es el del jefe de gabinete, John Kelly, quien dio a entender que el presidente revisaba con más información y calma el tema de la construcción del muro. Trump reaccionó con una clara y abierta descalificación y Kelly no se quedó callado.

En conclusión, el candidato Trump no es muy distinto del presidente Trump. Se sabía un hombre muy rico y ahora sabe que también es un hombre poderoso, pero tiene una gran carencia del sentido de su posición y de la importancia de trabajar con un buen equipo en el que deberá respaldarse para no ir perdiendo la poca legitimidad que le queda y la disposición de sus mejores funcionarios para cooperar con él, a riesgo de irse quedando sólo. Algo muy parecido le puede pasar en el contexto internacional si sigue descalificando a sus socios y aliados.

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