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El auto medidor, ¿dudas o certezas?

Tlajomulco de Zúñiga acaba de sentar un precedente importante para el estado e incluso para México: los Municipios deben asumir sus atribuciones en materia de calidad del aire y, por supuesto, invertir dinero; pero algo que también deben aprender otros por lo que el ayuntamiento no hizo es cumplir la ley a la letra, no de manera selectiva.

Me explico. Muchos investigadores coinciden en que México tiene las leyes más completas y hasta avanzadas del mundo en materia de equilibrio ecológico, protección al ambiente y cambio climático, pero el pequeño inconveniente es que nadie las cumple y ahí, en el papel, son muy bonitas, aunque estériles. Es lo que hizo Tlajomulco.

Por un lado, el Municipio asumió su atribución de entrar en el tema de calidad del aire –tal como lo establecen las leyes general y estatal de Equilibrio Ecológico– con la adquisición de un automóvil eléctrico diseñado para medir nueve contaminantes atmosféricos, la novedad son tres que a la fecha no han sido monitoreados: amoniaco (NH3), dióxido de carbono (CO2) y en algunas estaciones el PM2.5.

La idea fue innovadora y en algún momento el alcalde Alberto Uribe mostró interés en platicarle su iniciativa a Magdalena Ruiz, titular de la Semadet, para poder vincular sus resultados a la red estatal de monitoreo atmosférico. Pero no hubo el más mínimo acuerdo y el edil optó por sacar adelante su propuesta y operarla con sus propios medios y criterios.

Además, dejó fuera del proyecto las regulaciones nacionales para este tipo de equipos, es decir, el Municipio no se molestó en buscar al Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC, órgano técnico de la Semarnat) para pedirle una asesoría técnica y un visto bueno para que sus resultados puedan ser equiparables a los del resto de los estados, además del propio Jalisco, por supuesto.

Con esto, incumple la Ley Estatal de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente que comentábamos al principio, donde se especifica que todo aparato de monitoreo atmosférico debe contar con un dictamen técnico de esta instancia y seguir las normas oficiales mexicanas para fines de validez.

El problema de esta omisión, por desencuentros entre Municipio y estado, es que si bien el equipo va a aportar datos de la calidad del aire del municipio podría causar más dudas que certezas. Si su información es considerablemente diferente a la de Semadet en Santa Fe, donde hay una estación fija de operación estatal, el alcalde va poner en duda la calidad de ese equipo que data de hace alrededor de cinco años porque él tiene aparatos nuevos.

Y la Semadet no se va a quedar callada; es de esperar que eventualmente desacredite las mediciones por el simple y sencillo hecho de que el vehículo de Tlajomulco no cumple con la legislación estatal, nacional ni las normas mexicanas y tendrá razón si el Municipio, para entonces, no se pone al corriente.

En un tema tan crítico como es la contaminación atmosférica que este año ha sido pésima y preocupante en toda la ciudad, los egos y las diferencias políticas deberían guardarse para las campañas y para los temas superfluos que ahí se manejan, no en uno que mata anualmente a 8 mil jaliscienses y enferma a otros miles.

Qué bueno que Tlajomulco sea proactivo y se interese en el turbio aire que respira su gente, pero lo ideal sería que termine de hacer las cosas bien y se apegue a la legislación, no por quedar bien con el gobierno del estado, sino por dar certeza a la ciudadanía de que juega en un suelo parejo o, ¿a quién le vamos a creer cuando difieran los resultados?

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FV/I