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Cuidadoras ¿quemadas?

El 2 de marzo se conmemoró el Día Nacional de las y los Cuidadores de Personas Dependientes, y ha representado una oportunidad importante para reflexionar sobre la gravedad, en la mayoría de las veces invisible, de las problemáticas que ellos viven.

Una persona dependiente es aquella que presenta limitaciones para realizar una o varias actividades básicas de su vida y requiere la ayuda de otra persona, tal es el caso de bebés, niños, pero también de personas con discapacidad o con enfermedades crónico-degenerativas. Estas últimas situaciones son más frecuentes en los adultos mayores

Al hablar de cuidadores nos referimos tanto a los primarios, es decir, familiares de las personas dependientes que no reciben una remuneración económica, pero que tampoco tienen capacitación específica para esa labor, como a cuidadores secundarios, es decir, profesionales, como es el caso de los enfermeros, capacitados para cuidar a personas dependientes y que reciben un pago por su trabajo.

Un primer problema es que al hablar de cuidadores estamos hablando más bien de la “cuidadora”, pues 9 de cada 10 son mujeres, y en la mayoría de las ocasiones cuidan solas. En la familia los hombres generalmente se desligan de las labores de cuidado, que recaen en alguna mujer, por ejemplo, la hija de la persona dependiente, y los demás familiares también se desligan de la responsabilidad.

Si el nivel de dependencia va en aumento, el cuidado demanda cada vez más tiempo y energía. Si estas demandas superan las capacidades físicas y mentales de la cuidadora, quien ya no tiene tiempo para sí misma y su descanso, se genera un estrés crónico y sobrecarga que puede llegar a burnout o síndrome del quemado, caracterizado por estrés, ansiedad, irritabilidad, culpas o incluso ideación suicida.

Otro problema es el que viven los cuidadores secundarios, pues en promedio en nuestro país ganan 24.3 pesos por hora, su trabajo es muy desgastante y en su formación no se incluye capacitación para el autocuidado de su propia salud por ejemplo, estrategias en el manejo del estrés, el manejo del tiempo y para el manejo de las propias emociones.

Por ello es importante promover la incorporación de todos los miembros de la familia en las tareas de cuidado, que son una responsabilidad de todos, e impulsar en los cuidadores tanto primarios como secundarios el desarrollo de estrategias de autocuidado de la propia salud para poder estar en condiciones adecuadas para cuidar a otros.

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JJ/I