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Generador de leyendas

(Foto: Especial)

La emblemática Torre Eiffel custodia París desde las alturas y el Arco del Triunfo abre el horizonte a la majestuosidad de una ciudad cosmopolita. También, el Museo del Louvre ofrece arte comparable con la sensación de caminar por la Avenida de los Campos Elíseos. Ante tal grandeza, hay otro referente parisino: el Abierto de Francia.

Conocido como Roland Garros en honor al gran aviador francés que se hizo famoso por ser el primer hombre en cruzar volando el Mar Mediterráneo, es uno de los cuatro torneos de Grand Slam que conforman el circuito profesional de tenis. La justa se efectúa entre mayo y junio cronológicamente después del Abierto de Australia, pero antes de Wimbledon y el US Open.

La distinción por excelencia de esta competencia es que se disputa en polvo de ladrillo, para así convertirlo en el más importante del mundo sobre esta superficie lenta.

El certamen tiene su origen en 1891 debido a la popularidad del deporte blanco en suelo galo, misma que estaba a la par del éxito y tradición que ya existía en otros países como Inglaterra y Estados Unidos.

Con cuatro sedes a lo largo de su historia, el torneo se realiza en el Stade Roland Garros, complejo que cuenta con 20 canchas, entre las que destacan las dos principales: Phillipe-Chatrier y la Suzanne Lenglen. Además, este año se inaugura la Simonne Mathieu.

La Chatrier, que a partir de 2020 tendrá techo retráctil, fue construida en 1928 y las tribunas llevan el nombre de cada uno de los Cuatro Mosqueteros del tenis francés: Jacques Brugnon, Jean Borotra, Henri Cochet y René Lacoste, jugadores que dominaron este deporte de 1920 a 1930.

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